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EL PUEBLO CATÓLICO DICIEMBRE 2013 12 El gozo de la Navidad N o sé si les pasa a uste- des, pero mi experiencia es que el tiempo vuela cada vez más rápido, y este año 2013 voló. Así, llegamos a diciembre, mes en el que cele- bramos en el mundo entero la hermosa fiesta de la Navidad. Se trata de una festividad que llena de gozo los corazo- nes de grandes y chicos, de pobres y ricos, pues con ella, nos llega el regalo más grande que podríamos desear. Dios se acerca, Dios viene, Dios se hace pequeñito por amor, pa - ra reconciliarnos. Dios mismo se nos regala a cada uno para salvarnos. ¡Qué fiesta tan especial! ¡Qué regalo tan maravilloso, que ni siquiera llegamos a com- prender, pues es un misterio que nos sobrepasa! Y es que gracias a ese don inmenso, no hay tristeza, no hay soledad, no hay problema o dificultad que no pueda ser sanada, ali - viada, acompañada por la pre- sencia de Dios que se encarna en su Hijo Amado, el Señor Jesús. Por ello, en medio del ajetreo de estas fechas, es bueno pre- pararnos para que, con la gracia de Dios y con un corazón agradecido, podamos recibir el regalo de Su presencia en - tre nosotros. Una presencia, por cierto, que no sólo se manifiesta en la Na- vidad, sino que está siempre en nuestras vidas. Porque Dios no se cansa de bendecirnos en cada jornada, incluso cuando no nos damos cuenta. Él nos regala la vida, la salud, la fa - milia, el trabajo, la vocación… y también, aunque sea difícil de comprender, nos regala, en algunos casos, la enfermedad, las dificultades, los problemas, porque en todos y cada uno de esos momentos, Él está más cerca que nunca acompañán - donos y amándonos. Así pues, esta Navidad pue- de ser una hermosa ocasión para celebrar el regalo de Su nacimiento con ilusión y agra- decimiento. Quizás podemos aprender en esto de los más pequeñitos. ¡Cuán felices se ponen al recibir un regalo! ¡Qué sonrisas las que compar- ten cuando descubren que hay algo especial para él o ella! De eso se trata también con nosotros. De ser capaces de recibir sorprendidos el regalo más importante de la Navidad: El amor del Emmanuel, el Dios con nosotros. Y este año, además de su presencia, Él ha querido re- galarnos por adelantado algo más. La reciente Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium en la que su Vicario en la tierra habla de manera sencilla y profunda a la vez, sobre el gozo de la Buena Nueva que Dios nos trae. "La alegría del Evangelio lle- na el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús", dice el Papa Francisco al inicio de su Exhortación. "Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucris- to siempre nace y renace la alegría". Cuánto más debe renacer esa alegría en nuestros corazo- nes, ahora que nos acercamos a celebrar el nacimiento del Señor Jesús, cuyo corazón es un corazón alegre, como dice el Papa. ¿Pero a qué alegría se refiere Francisco? Sin duda es una alegría profunda, honda, real; no la superficial que el mundo ofrece al alentarnos a librar- nos de problemas, a vivir la vida a nuestra manera, o a satisfa- cernos comprando, tomando, gozando. Todos sabemos bien que esa "alegría del mundo" pasa y pasa rápido. Por el contra- rio, la alegría cristiana es una que perdura por siempre. Al respecto, el Papa decía hace unos días: "Nosotros pensamos siempre en Jesús cuando predicaba, cuando sanaba, cuando caminaba, iba por las calles, también durante la Última Cena. Pero no esta- mos acostumbrados a pensar en Jesús sonriente, alegre. Jesús estaba lleno de alegría, lleno de alegría". Por ello, el Santo Padre nos llama a todos a vivir la alegría del encuentro con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad. "Invito a cada cristiano, en cualquier lu- gar y situación en la que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso", dice en la Exhortación. "No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor»". Que esta Navidad sea pues una ocasión para vivir esa alegría inmensa en cada uno de nuestros hogares, para contagiarla con ilusión a los demás. OPINIÓN TESTIMONIOS POR MAYÉ AGAMA Sin que yo lo supiera, Ella me estaba buscando y cuidando En este mes de diciembre, com- partimos este testimonio del amor y la acción silenciosa de Nuestra Señora de Guadalupe. Esperamos que nos ayude a todos a crecer en la fe y la esperanza en Dios, que siempre vela por nosotros, de ma- nera especial a través de la ternu- ra de su Madre, Santa María. Por Romina Ponce Ser mamá es el regalo más grande que Dios me ha podido dar. ¡No hay palabras que descri- ban lo que siento por este ser pe- queñito que llevo en mi vientre! Éste era un sueño y un gran de- seo que tenía. Sin embargo, nun- ca pensé que este deseo intenso, llegaría a ser un Milagro, por el que la Virgen de Guadalupe ma- nifestaría su amor y su poderosa intercesión. Este don, tal vez no hubiera po- dido ser posible para mí sin la in- tervención de la Virgencita, y gra- cias a Ella, ahora no sólo vivo el regalo de ser madre, sino una ex- periencia maravillosa que quiero compartir con todos ustedes. A comienzos de año, exacta- mente un 6 de enero, ingresé de emergencia al hospital. Tenía in- tensos dolores en el lado izquier- do del vientre; me detectaron un quiste en el ovario izquierdo de 9 cm x 13 cm. Debido al gran tama- ño del quiste, corría el riesgo de una torsión en el ovario, provo- cando una necrosis. Los médicos pensaron que podía soportar el dolor con una serie de antiinfla- matorios y analgésicos, mientras me daban fecha para la interven- ción (18 de abril). Después de muchas idas y ve- nidas al hospital, debido a dolo- res cada vez más intensos, final- mente el 16 de marzo mi cuerpo no resistió. Jamás en mi vida sufrí dolores tan fuertes. Cuando in- gresé a emergencia, los médicos de guardia no se atrevían a ope- rarme porque no estaba el es- pecialista y la situación era muy complicada. Uno de los médicos me sugirió que esperara la fecha que ya me habían asignado, ya que hasta esa fecha el especia- lista no estaría en el hospital. Lo único que hicieron fue inyectar- me calmantes cada hora. Desesperada por mi sufri- miento le pedí a Dios y a la Vir- gen que me ayudaran, y así lo hicieron. Después de varias ho- ras se hizo el cambio de turno y llegaron otros médicos; uno de ellos me cogió la mano con la dulzura que en esos momentos necesitaba tanto, y me preguntó "¿Quieres que te opere?". Eviden- temente mi respuesta fue que sí. Ése fue mi primer milagro, porque de no haberme operado hubiese terminado en una septi- cemia y hoy no podría escribir mi experiencia. Después de la operación, mi esposo y yo intentamos ser pa- dres, lo intentamos varios meses sabiendo que era complicado, en primer lugar por la pérdida del ovario y en segundo lugar por mi edad (35 años). Inclusive nos habíamos planteado el ini- ciar pruebas de fertilidad; pero una vez más, la Virgencita salió a mi encuentro de una manera totalmente inesperada, ponien - do en mi camino a una gran ami- ga de la infancia, que ahora es laica consagrada. Una mañana abrí mi Face- book y encontré un mensaje su- yo, donde nos contaba -a todas las chicas de la promoción- que iría a ver a la Virgen de Guada- lupe, a su Santuario en México, y nos invitaba a mandarle nues- tras intenciones. Cuando leí su mensaje lo pri- mero que pensé fue en agrade- cerle a la Virgencita por la salud de mis padres y de mi familia y así lo hice. A los minutos de ha- ber mandado el mensaje, ella me contestó y me dijo que lo haría, pero me preguntó si tenía alguna intención para mí. En ese momento me di cuenta que otra vez más la Virgencita estaba ahí, dándome la señal para poder recibir otra de sus maravillosas acciones y sin dudar le conté las inmensas ganas que teníamos de ser padres y las dificultades que teníamos. Fue muy conmovedor ver su mensaje, pues me dijo que la Vir- gencita era muy milagrosa y que en su imagen Ella estaba emba- razada, invitándome a tener mu- cha fe. El milagro fue casi inmediato. Ella fue al Santuario a finales de agosto. Hoy tenemos 3 meses de embarazo. Estoy muy agradecida por la di- cha que me ha regalado la Virgen de Guadalupe, tanto en la salud como en mi embarazo, y sobre todo por reafirmar aún más mi fe. Sé que Ella cuidará y protegerá a nuestro hijo(a) y le pido además, que me enseñe a ser una buena madre como Ella lo es. El milagro de la Virgencita de Guadalupe FOTO PROVISTA Romina y Guillermo esperan la llegada de su bebito y agradecen por tan inmenso don.