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problemáticas", y "las religiones progresis- tas a menudo comienzan con un ataque a la injusticia real ". Si bien su causa puede parecer noble e incluso bien intencionada, la realidad es que operan desde una idea filosófica com- pletamente diferente a la cristiana. Esto quizá sea más evidente en sus ataques a los bebés no nacidos y a los ancianos. En lugar de llamar a amar a los que sufren, como sucede en el cris- tianismo, la religión progresista busca eliminar el sufrimiento por completo: "Los principios más profundos de las dos religiones solo emer- gen cuando se hace evidente que la pobreza no se puede superar o que la enfermedad y la vejez no se pueden vencer". Es aquí donde la reli- gión progresista se excede: "En ese momento, la lógica de la mentalidad progresista se hace sentir, pues se hace un llamado insistente a eliminar a los pobres, abortar a los anormales y aplicar la eutanasia a los ancianos. No es el amor por quienes sufren el motor más profundo que impulsa a las religiones progresistas a buscar el cambio social, sino la ira arraigada en el orgullo, debido a la realidad del sufrimiento". La diferencia clave aquí es la siguiente: el cristianismo propone una esperanza eterna, arraigada en el amor a Dios y al prójimo, mientras que la religión progresista solo siembra desesperación bajo la apariencia de una espe- ranza falsa y temporal, una esperanza que nunca encontrará su realización. Como escribió santo Tomás de Aquino: "Una mente sana presta más atención a lo bueno que a lo malo"; y como se puede ver claramente en sus principios, la reli- gión progresista solo ve lo malo. El cristianismo también ve el mal, por supuesto, pero todo lo malo en el mundo está iluminado por el bien infinito de Cristo. Para usar una analogía simple, las constantes revoluciones del progresismo se alimentan de una mentalidad que percibe el "vaso medio vacío", mientras que la revelación divina de la religión cristiana ve el mundo y todo lo que hay en él a través de una mentalidad del "vaso medio lleno". Puede parecer el mismo vaso para el ojo inexperto, pero las ópticas son completamente opuestas. ⊲ no es a través de la revolución hecha por el hombre sino de la revelación divina que encontramos nuestro lugar apropiado en el cosmos". 29 EL PUEBLO CATÓLICO | ABRIL-MAYO 2024

