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CRISTO, VERDADERO ALIMENTO DE NUESTRA CARIDAD La Misa alimenta nuestra vida espiritual. La recepción fructífera de la comunión nos va asimilando progresivamente a la intimidad de Jesús. Como sucede con el alimento cor- poral, en el alimento espiritual también hay un proceso de asimilación. Pero en este caso no somos nosotros los que asimilamos lo que comemos, sino que Cristo nos asimila a su cuerpo cuando lo recibimos. De esta manera, la Eucaristía edifica la Iglesia uniéndonos más íntimamente con Dios y entre nosotros. Existe toda una analogía entre el alimento corporal y el espiritual que nos enseña sobre los efectos de la santa comunión en nuestra alma. La recepción de Jesús Sacramentado sostiene nuestra vida de hijos de Dios. Tanto así que si no lo recibimos, perdemos esa vida, de la misma manera que moriríamos de hambre si durante un tiempo demasiado largo no comemos. Además, el alimento euca- rístico repara nuestras fuerzas para el com- bate espiritual. Posee el poder de perdonar los pecados veniales si en nuestro corazón se da la debida contrición. También nos hace madurar como hijos de Dios hasta hacernos capaces de comunicar vida, es decir, nos capacita para amar con amor de entrega sacrificial a Dios y a los hermanos. Por último, el alimento espiri- tual es fuente de consuelo y alegría. Esta unión íntima con Cristo nos hace vivir más en sintonía con su corazón, es decir, nos hace compartir cada vez más sus pensa- mientos, sus propósitos, sus afectos, en defi- nitiva, su secreta intimidad. Precisamente el grado de esta unión es lo que determina nuestra participación más o menos activa en su sacrificio. Participar activamente en la Misa no consiste en cantar o leer más o menos. Se trata de unir el sacrificio de nues- tra propia vida más íntimamente con el del Señor. De esta manera, la Eucaristía es el sacramento de la caridad por excelencia. A su fecunda celebración se orientan todos los demás sacramentos, como todas las virtudes se ordenan a la virtud de la caridad, sin la cual nada somos para la vida eterna. E L P U E B L O C A T Ó L I C O | 9

