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14 MARZO-ABRIL 2018 | DENVER CATHOLIC EN ESPAÑOL D esde el 2014 he notado que a partir de la legalización de la marihuana el abuso de otras substancias ha incrementado signifi cativamente; entre estas están el alcohol, la cocaína, heroína y la porno- grafía, por mencionar solo algu- nas. Es así que en las parroquias en las que he servido en los últimos cuatro años frecuente- mente he escuchado cómo la gente sufre por sus adicciones. En varias ocasiones, los padres de familia me han preguntado qué pueden hacer para que sus hijos dejen estos vicios. Es triste ver cómo la situación en la que llegan va desde la preocupación hasta, en algunos casos, la desespe- ración por no saber cómo pueden ayudar a sus hijos. De esta forma, quisiera ofrecer dos ideas para poder ayudar a cualquier familiar o amigo que está sumergido en las adicciones: AMARLOS Y ORAR POR ELLOS: Hace un tiempo escuché el tes- timonio de una muchacha que consumía drogas, entre las cosas que mencionó fue que ella se sentía "no-amada" por su familia. Es cierto que cuando hay un adicto en la familia, las relaciones se vuelven tóxicas. Reconozco la difi cultad para poder dialogar con alguien que está encerrado en sus adicciones, espe- cialmente cuando ellos no tienen ningún deseo de salir de estas. Pero es importante recalcar que el amor y la oración en verdad cambian a las personas. Al mismo tiempo recuerdo que un padre de familia decía que su hijo se había convertido en su ene- migo a causa de sus adicciones. Jesús nos pide amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen, como dijo en el Semón de la Montaña y está escrito en el evangelio de San Mateo. Y aunque parezca imposible amar a nuestros enemigos, la forma en que lo hacemos es a través de una oración sencilla y humilde en la que los pone- mos en las manos de Dios. Decir "te amo" y "orar" todo el tiempo es básico para que los adictos se recuperen. No olvidemos que ellos han recurrido a sus adicciones porque no han sabido cómo sobrellevar el dolor o a veces incluso un trauma que tienen consigo. Por eso, el que se sepan amados y que se ora por ellos es importante en este proceso. GRUPOS DE LOS DOCE PASOS: Las distintas versiones de los doce pasos surgen de Alcohólicos Anónimos. El objetivo primordial de estos doce pasos es que cada per- sona en primer lugar se reconozca impotente ante sus adicciones (1º paso), llevar un proceso de cambio interior reconociendo que solo Dios puede sacarlo de estas (Pasos 2, 3, 5, 6, 7 y 11), aceptar que tiene que tomar responsabilidad de sus actos (Pasos 4, 8, y 9) y fi nalmente ayudar a otras personas a vivir este proceso (paso 12). Lo fascinante de estos grupos en sus distintas versiones de Alcohólicos Anónimos (AA), Drogadictos Anóni- mos (NA, CA), Sex-adictos Anónimos (SA, SAA), etc, es que no solo son para aquellos que sufren adicciones sino también para aquellos que tienen un familiar adicto y que no necesaria- mente sufren de alguna adicción. De ahí surgen Al-Anon, Hijos Adultos de Alcohólicos (ACA en sus siglas en inglés), Co-dependientes Anónimos (CoDA) por mencionar algunos. La idea es que ambas partes se pueden benefi ciar de los doce pasos y juntos trabajar para que esa relación tóxica provocada por las adiciones pueda convertirse en una relación sana. El simple hecho de que varias personas encuentren a alguien con quien se puedan identifi car y salir adelante es de gran provecho para ellos. Finalmente, quisiera agregar que, aunque el proceso de recuperación y conversión de un adicto pareciese tedioso y a veces imposible, no debe- mos perder la fe en Dios; por el con- trario, es importante mantenernos fi rmes en la oración. Así mismo, les invito a darse la oportunidad de pedir ayuda y conocer los diferentes grupos de los doce pasos para ayudar o ayu- darse a salir de las adicciones. Opinión El padre "Mau", como le llaman, es mexicano y sirve como vicario parroquial en la parroquia St Michale the Archangel en Aurora. PADRE MAURICIO BERMÚDEZ Tu verdad, mi verdad, su verdad C uando era niña, mi programa televisivo favorito era•The Par- tridge Family. Principalmente porque estaba completamente ena- morada de David Cassidy, con quien estaba con- vencida que me casaría algún día. Pero tam- bién porque el programa mostraba el humor cursi al que una niña de siete años está dispuesta a disfrutar. Recuerdo una broma en particular. Keith (David Cassidy) está tratando de dar un consejo a Danny (Danny Bonaduce). Le dice, "Si solo lo crees, tú puedes ser lo que quieras ser". Danny le responde, "¡Genial! Quiero ser una mujer negra" – Se escucha la pista de carcajadas del programa. Estaba pensando en esa escena mientras escuchaba a monseñor Robert Barron, – obispo auxiliar de Los Ángeles y conocido por su orga- nización de comunicación Word on Fire – dando una plática fascinante en Denver sobre el relativismo y donde hubo una asistencia total. El obispo Barron habló de un video que quizás hayas visto. Un entrevis- tador masculino de corta estatura les pregunta a estudiantes universitarios que pensarían si él les dijera que se identifi ca como una mujer. Luego como una mujer asiática. Luego como una mujer asiática de 6'4 de estatura.• Ellos se vacilan a veces, pero fi nal- mente todos están de acuerdo en que si esa es su "verdad", entonces él tiene el derecho de ser una mujer asiática de estatura alta. Esa es la extrema expresión del relativismo. El relativismo, resumiendo, es esencialmente la creencia de que no hay una verdad "objetiva" que sea verdad para todos. Más bien, nosotros como individuos, establecemos nues- tras "verdades" subjetivas, y vivimos "auténticamente" a medida que hon- ramos esas "verdades" individuales. La velocidad con la que hemos descendido por ese camino es impre- sionante. Cuando tenía veintitantos años (lo cual no hace tanto tiempo – ¿verdad?), solía debatir sobre el aborto en Berkeley. No necesariamente una audiencia muy amigable – recuerdo que memoricé las salidas, incluyendo las ventanas, que podría utilizar si las cosas se salieran de control. Llegaron, y escucharon, porque todavía había cierta comprensión en la sociedad de que existía algo así como la verdad, y por lo tanto una apertura [mental] para escuchar a otros para ver si juntos podríamos llegar a esa verdad. O por lo menos, que yo podía implementar la vedad como la veo para convencerte de que tu compren- sión de la verdad es fallida. No es así hoy. Las discusiones abiertas de temas controversiales son casi inexistentes en la mayoría de los campus universitarios. Claro. Si yo tengo mi verdad y tú tienes tu verdad, ¿cuál es el punto?• Se supone que debemos respetar la verdad de cada uno y seguir adelante. Pero el problema es que todos debemos jugar juntos en•el mismo arenero. La verdad de alguien tiene que gobernar en nuestra interacción social. Si no podemos llegar a un acuerdo sobre quién tiene la verdad más cierta, entonces, la única opción que queda es la fuerza. Y, en lugar de escuchar lo que tú tienes que decir, intento callarte por la fuerza. Quie- bro ventanas. Interrumpo tu plática. O, como alternativa, le llamo a la autoridad de la universidad para que hagan ese trabajo sucio mientras me escondo en un lugar seguro con mis crayones y mis videos de cachorros. Padres, por favor, enséñenles a sus hijos que sí existe la verdad. Que si, podemos estar en desacuerdo con otros sobre lo que es la verdad. Que respetamos a la gente, todas las personas, independientemente de sus creencias (otra verdad objetiva). Pero en el fondo del desacuerdo, hay una verdad. Hay un Dios o no hay. Jesucristo es divino o no lo es. La expresión sexual tiene un signifi cado inherente o no lo tiene. El género es fi jo o no lo es. En cada desacuerdo sobre las ver- dades objetivas, alguien tiene la razón y alguien está equivocado. O tal vez los dos están parcialmente equivoca- dos y ninguno comprende la verdad completa. Pero la verdad está ahí. En los viejos tiempos, nuestro objetivo era encontrarlo. Columnista invitada Bonacci es colunista habitual del Denver Catholic. MARY BETH BONACCI ¿Qué hacer cuando hay un adicto en casa?

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