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14 JUNIO-JULIO 2017 | DENVER CATHOLIC EN ESPAÑOL Opinión Más allá del arcoíris E n resumen, al conjunto de personas que interactúan en la vida cotidiana se le llama sociedad, y al sabor propio de cada sociedad se le puede resumir como cultura. El hecho de que una cultura sea convertida al cris- tianismo influye tremen- damente sobre el pueblo, y con el paso del tiempo Cristo mismo se hace ver y sentir, entretejido en la tela misma de la cultura. Por ejemplo, las danzas prehispánicas que los Aztecas antes dedicaban a los dioses del sol y la luna, ahora alegran nuestras parro- quias alrededor del país, durante nuestras celebraciones del 12 de diciembre, día de Nuestra Señora de Guadalupe. A propósito de culturas, tenemos todo tipo de fábulas y personajes míticos relacionados a la naturaleza, por ejemplo, con referencia al arcoí- ris. Cuenta la leyenda que, si logras llegar al final del arcoíris, tu premio será una olla llena de oro, siempre y cuando logres quitárselo al duende mágico que lo protege. Cuando yo era niño, me contaron esta leyenda y me la creí. Soñaba con algún día llegar a tener mi cazuela de oro. Madurar implica dejar de creerse este tipo de cuentos, pero sería inte- resante ver qué tanto hemos madu- rado realmente. Es progreso que ya no crea en duendecitos, pero no me sirve de mucho si descubro, tras un autoexamen honesto, que sigo persi- guiendo cazuelas de oro. Y, ¿por qué se persigue el dinero? A veces porque de pequeños sufrimos mucho, y de alguna manera se nos insinuó que la falta de recursos fue la causa de muchos de los problemas. En algunos casos fue cierto, pero Jesús no vino a salvarnos de los efec- tos de la pobreza, sino de las conse- cuencias del pecado. Puedes respon- der que esto es demasiado obvio, pero no se trata de lo que se cree o sabe, se trata de cómo se vive ¿Realmente vivo buscando primero el Reino de Dios? Ésta es una pregunta a la que se responde en la vida diaria, no con la boca o la mente. Tengo un amigo que fuma desde hace años, y cuando le pregunté que por qué no había dejado el cigarrillo me contestó "porque no puedo". Le costó admitir esto, pues por varias décadas se había convencido que el día que se lo propusiera, dejaría el cigarrillo. Llegó al fin el momento en que intentó dejarlo, y ahí se le abrie- ron los ojos al ver que está realmente adicto. A veces pasa de manera similar. Yo puedo creer que estoy comple- tamente desprendido del dinero, ni siquiera apegado a perseguir el arcoíris, pero cuando voy por la calle y me encuentro a Cristo disfrazado de un pordiosero, me pesa brindarle ayuda, y apaciguo mi conciencia al justificarlo con la especulación que probablemente lo usará para com- prarse alcohol. Veamos otro ejemplo: He estado trabajando demasiadas horas extra y he descuidado mucho a mi familia, por lo que decido que el próximo fin de semana los llevaré a pasear un rato. Si sale el jefe y dice que se presentó un trabajo que le urge, y que nos paga más si lo termi- namos para el fin de semana, ¿a quién sacrifico y pido disculpas? La Iglesia nos invita a ver más allá del arcoíris, a vivir como los primeros cristianos: sencillos y desprendidos y encendidos de amor por anunciar a Cristo. A vivir con los pies en la tierra pero con la mirada puesta en lo eterno.² Al fin y al cabo, lo que quiero no es ni el arcoíris, si no la felicidad que creo que de alguna manera me traerá. Quizá pienses, como mi amigo pensaba, que todo está bajo control. Es posible, pero ponlo a prueba para verificarlo. No sé qué tanta ayuda económica brindas a tu parroquia. En este tiempo de vacaciones y descanso te recomiendo que vivas la alegría de donarte un poco más, tanto a tu parroquia como a las personas que veas con necesidad. Haz la prueba y verás por qué Santa Teresa de Calcuta decía que, si amamos hasta que duela, no puede haber más dolor, solo más amor. Recuerda que la conversión no es cuando cambiamos de pensar, sino cuando elegimos dejar de perseguir un arcoíris y caminamos hacia la vida eterna que Cristo resucitado con- quistó para nosotros. Centro San Juan Diego Luis Álvarez es el director del ministerio hispano de la Arqudiócesis de Denver y padre de cinco hijos. LUIS ÁLVAREZ 13 Razones de por qué NO V i el programa de televisión "13 Reasons Why" (traducido al español como "Por 13 razones"), para que tú no tengas que verlo. Ésta es una serie de Netflix que trata la historia de una ado- lescente, Hannah Baker, que se suicida. Hannah deja 13 cintas de audio "cassette" detallando las 13 razones –en realidad 13 perso- nas- que la llevaron a suicidarse. Los primeros episodios parecían muy buenos. Al principio pensé que este programa podría ser una plata- forma efectiva para entablar diálogos entre padres y adolescentes. Pero tres o cuatro episodios después, cambie de opinión. No tengo 13 razones, pero tengo tres muy buenas al respecto. En primer lugar, muy de pronto, la serie se torna muy gráfica y explícita. Creo que fue en el quinto episodio que se dio la advertencia de que el programa contenía material no apto para audiencias jóvenes. Pero ya para entonces habían mostrado pornogra- fía, masturbación y experimentación homosexual. Gracias al aviso, supe que debía adelantar varias imágenes. Pero vi lo suficiente para saber que nadie, sin importar la edad, debería tener esas imágenes en su mente. Programas de televisión que hablan de temas importantes y difíciles, pueden servir para generar un diálogo. Pero es diferente cuando se trata de representaciones gráficas sexuales y violentas. Esas imágenes tienen un poder tremendo. Nuestros cerebros están diseñados para reaccionar fuertemente ante ellas. Pues "dejan huella". Especialmente para niños y adolescentes, aún inocentes, pueden ser extremadamente perturbadoras. En segundo lugar, esta serie me transportó a un lugar muy oscuro. Es difícil de explicar, pero puedo decir que era muy feo. Quería bañarme con agua bendita. Esa sensación duró todo el fin de semana. Si yo, una mujer adulta, me sentí así, ¿cómo impresio- nará este programa a jóvenes y niños? En tercer lugar, desde que la serie comenzó a transmitirse, las amenazas de suicidio entre jóvenes en edad esco- lar se incrementaron en varios distri- tos escolares. Vi el programa "Detrás de las Razo- nes", que busca argumentar sobre la importancia de la serie, y sobre la manera en que están salvando vidas a raíz de la narración de esta historia. Pero luego de ver el programa pensé: ¿Es posible que sean tan estúpidos? Los audios de Hannah son un recurso literario muy efectivo. Ofrecen la fantasía perfecta del "suicidio por venganza". En vida, Hannah era ignorada. Los chicos (casi todos) la veían como un objeto. Las chicas la veían como una molestia o una competencia. Sin embargo, luego de su muerte, Hannah se convirtió en la estrella de la escuela. Gracias a los audios que dejó, Hannah llega a vengarse y a tener el control de la situación y lo "dirige" desde la tumba. Por supuesto, el programa muestra la angustia de los padres de Hannah. Y cualquier persona equilibrada podría pensar que la jovencita no debería haber terminado con su vida. Pero los adolescentes en riesgo de cometer suicidio, no piensan claro ni tienen estabilidad psicológica. Las investigaciones demuestran que el suicidio de uno puede reforzar la motivación de otro. Y si añadimos a eso la representación dramática de una venganza port-mortem, nada logrará contrarrestar lo atractivo del suicidio. Sé que muchos padres están viendo 13 Reasons Why con sus hijos. Si bien creo que ver programas sobre temas difíciles puede ser un trampolín para un buen diálogo, no creo que este programa sea el medio para eso. Por el contrario, creo que es muy peligroso. Sí, yo sé que los jovencitos están enfrentándose ya a problemas como éste. Pero también creo que es muy importante discernir qué imágenes le permites ver a tus hijos. Tus hijos necesitan guía y orientación; también necesitan discusión. Pero no necesitan 13 Reasons Why. Columnista Invitada Bonacci es colunista habitual del Denver Catholic. MARY BETH BONACCI