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EL PUEBLO CATÓLICO NOVIEMBRE 2016 3 E l Papa Francisco ha hecho de la Misericordia su grito de guerra, su programa y su cruzada. Estamos a punto de concluir el Año de la Mise- ricordia (diciembre 8 de 2015 – noviembre 20 de 2016) que el Papa ofreció a todos los ca- tólicos como una oportunidad de encontrarse con la increíble misericordia de Dios. Fui llamado al episcopado durante el Año de la miseri- cordia, cuando el Pontífi ce me nombró obispo auxiliar de Denver. Estas dos circuns- tancias serían sufi cientes para justifi car el lema que escogí para mi ministerio como obispo: "Su misericordia de generación en generación". Pero esta no es la razón principal por la que escogí la misericordia como un signo distintivo de mi ministerio. Yo no soy nada más que un fruto de la misericordia de Dios. Me siento ahora – como dice el Papa Francisco – inves- tido con una "abochornante dignidad" como la del Hijo Pródigo. Él se encuentra a sí mismo todavía sucio, ¡pero ya está vestido para un banquete! Su padre no le dice: "An- da, date una ducha y luego ven" ¡No! Él está sucio pero vestido para un ban- quete: recibe un anillo, calza unas nuevas sandalias y tiene puesta su mejor túnica. Todo esto debido a la emoción de su padre. En el beso de su padre, él encuentra la paz y la valentía para llevar esa dignidad, aunque se sienta todavía avergonzado. También usando otra me- táfora del Papa Francisco, me siento como la Tilma de San Juan Diego, en la cual Dios estampó el rostro y la fi gura de Nuestra Señora de Guadalupe. Una imagen que parece estar más impresa que pintada. Como dice el Papa: "(Dios) no nos «pinta» desde fuera una cara de buenos, no nos hace el photoshop, sino que, con los hilos mismos de nuestras miserias y pecados, entrete- jidos con amor de Padre, nos teje de tal manera que nuestra alma se renueva recuperando su verdadera imagen", esta es la imagen de Jesús que es siempre amor, misericordia y perdón. Existen algunos símbolos que hacen parte del episco- pado: la cruz pectoral (crux pectoralis), la mitra, el anillo y el báculo (baculus pasto- ralis). Para mí ellos tendrán signifi cado personal de la misericordia. La cruz pectoral se lleva en el pecho, cerca del cora- zón. Esta me recuerda ser un ministro como Jesús quien es siempre misericordioso y sabe perdonar. El anillo que ahora uso tiene la fi gura del Buen Pastor, para recordarme que Jesús es el Buen Pastor, cuida con amor a sus ovejas, busca aquella que es- tá perdida y la trae de nuevo a sus hombros con alegría. El báculo es el símbolo del papel del Obispo, quien, como Jesús, el Buen Pastor orienta, defi ende y alimenta amorosa- mente a sus ovejas porque Él es el "buen" y amoroso pastor. En este momento de mi vida escucho las palabras que Jesús le dijo a Pedro y que se dirige de manera similar a mí: "Pedro, ¿me amas?" Since- ramente, aunque me siento todavía en ese estado de "abo- chornante dignidad", y como la "tilma" con los mismos hilos de mi pobreza y mis pecados entretejidos con el amor de Dios siento que puedo respon- derle: "Señor, tú lo sabes todo tú sabes que te quiero". Y en el hoy de mi vida yo también puedo escuchar estas pala- bras "Apacienta a mis ovejas", "Cuida a mis ovejas" ( Jn. 21, 15 – 17) Este es el ministerio pastoral que quiero ofrecer: el minis- terio de la Misericordia y del amor. Porque yo no soy nada más que un "receptáculo" de su misericordia. Ahora quiero ser un "canal" de misericordia y si he de representar a Dios, no puedo olvidar que "El nom- bre de Dios es misericordia". POR EL EXMO. MONSEÑOR JORGE RODRIGUEZ Misericordia: Es el nombre de Dios El Hijo Pródigo, Rembrandt (1606-1669) ANTE LA INCERTIDUMBRE QUE HA GENERADO EN ESTA COMUNIDAD EL RESULTADO DE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES EN EE.UU. Por Luis E. Álvarez* Conocemos del dolor de la comunidad hispana en los Es- tados Unidos por el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales del pasado 8 de noviembre. Nos duele su dolor y estamos con ellos. Cuando estás enfermo no lla- mas a tu jefe a decirle "no voy a ir porque mi cabeza está enferma" o "mi pie está enfermo". Si parte de tu cuerpo te duele, todo tu ser está enfermo. Como la Iglesia es el cuerpo místico de Cristo, toda ella sufre. No importa el nivel en que nos está afectando directa- mente. La Iglesia está contigo en esto. La Iglesia escucha tu preo- cupación, escucha el hecho de que estamos en suspenso y de que estamos a la espera de las medidas que el próximo gobier- no va a tomar. En un futuro po- dremos analizar objetivamente los hechos porque no estamos enterados de cuánto va a ser real que el presidente electo cumpla con las propuestas que ha pre- sentado en sus discursos. Realismo Quizás sería un buen momen- to para hablar de la parábola que usa Jesús de los dos hijos. (Mt. 21, 28 – 32). Al primero le pide trabajar en la viña y le dice "No quiero", pero después se arre- pintió y fue. Y el segundo le dice "Voy, Señor", y no fue. "¿Cuál de los dos hizo la voluntad del Pa- dre?", pregunta Jesús. "El prime- ro", le dicen sus discípulos. El actual gobernante de este país, Barack Obama, fue como el hijo que dijo que sí y que no fue. Hizo muchas promesas a la comunidad hispana pero aparte del DACA no hizo mucho más. Además, es el presidente que más deportaciones ha hecho. (2,768,357, hasta el pasado 30 de julio, según el Departamento de Seguridad Nacional DHS). Ahora tenemos a Donald Trump que puede ser como el segundo hijo de la parábola, que dijo que no iría, pero resul- tó yendo. Confi anza en Dios Al ver la tristeza y el descon- cierto de muchos inmigrantes creo también que la situación de incertidumbre que vivimos los hispanos en este país tam- bién nos debe llevar a confi ar más en Dios. Recordemos que como cultura y como Iglesia he- mos superado obstáculos más grandes. No estamos diciendo que no sea preocupante la si- tuación actual. Estamos dicien- do más bien que Dios es más grande que nuestros problemas y que pase lo que pase Él va a estar con nosotros y la Iglesia también. Si Donald Trump llegara a im- pulsar medidas injustas y duras a nuestra comunidad tengan por seguro que los obispos y sa- cerdotes se van a unir como una lámpara en la oscuridad para llamar al cambio. Reconocemos el sufrimiento y la Iglesia mira a la comunidad en sentido de cuerpo. En un futuro veremos obje- tivamente qué quiere hacer el presidente electo de los Estados Unidos. También cuáles de las medidas que propuso son las que realmente puede ejecutar y cuáles no. Cuando Trump vino a Den- ver habló del muro que quiere construir en la frontera entre México y Estados Unidos, lo cual nos preocupa. Pero tam- bién dijo que ese muro va a te- ner puertas por donde va a en- trar y va a salir la gente. En toda la oscuridad que se pueda ver en el panorama hay brillos de luz. Oración y esperanza Es un momento en que se ve probada nuestra esperan- za. ¿Cómo podemos mantener esta virtud en un momento de tanta incertidumbre? Con la oración. San Pío de Pietrelcina (más conocido como el Padre Pío) lo dijo: "Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración". Recordemos que, como dice el Catecismo de la Iglesia Cató- lica, la esperanza es "la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confi anza en las promesas de Cristo y apo- yándonos no en nuestras fuer- zas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo". *Director del Ministerio His- pano de la Arquidiócesis de Den- ver y del Centro San Juan Diego. Hispanos, conservemos la esperanza FOTO DE ANDREW WRIGHT.

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