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EL PUEBLO CATÓLICO FEBRERO 2016 16 ELECCIONES 2016 Por Martha Fernandez - Sardina Llegó el año de las eleccio- nes presidenciales de Estados Unidos. Por tal motivo, en ésta y en posteriores ediciones ofre- ceremos artículos que ayuden a nuestros lectores a votar en con- ciencia, iluminados por la luz del Evangelio. Gobernar no es fácil. Elegir a nuestros gobernantes tampoco lo es. Por eso Dios, quien go- bierna el universo y nos mandó gobernar la tierra, nos exige una profunda conversión que nos permita gobernar nuestras vi- das según su plan original: "No os acomodéis al mundo presen- te, antes bien transformaos me- diante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto" (Rom. 12, 1-2). Así podremos elegir con cuidado a nuestros gobernantes e inter - ceder por ellos "para que po- damos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agra- dable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hom- bres se salven y lleguen al cono- cimiento pleno de la verdad" (1 Tim. 2, 1-4). Cada ciudadano tiene el de- recho y el deber de ponderar las necesidades de los habitan- tes del mundo para estudiar las posiciones y propuestas de cada partido, y la visión y la experiencia de cada candidato presidencial para elegir el líder que mejor asegure el bien co - mún, conforme a las propues- tas y demandas de Dios para la humanidad. Los creyentes no podemos ser "partidistas". La elección de líderes que demuestren tener una visión conforme a princi- pios éticos y morales a favor de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, no puede estar regida meramente por preferencias personales ni apegos indiscri- minados a un partido político, lo cual podría poner en juego no sólo el presente, sino tam- bién el futuro de nuestra nación y del mundo, por ser los Esta- dos Unidos de América un líder mundial. Un llamado a escuchar la voz de Dios La Conferencia Episcopal de los Obispos Católicos de los Estados Unidos ha publicado un documento actualizado so- bre la responsabilidad política de los católicos con el propó- sito de ayudar a los católicos en este crucial año de elección presidencial. La nota introduc- toria dice: "Instamos a nuestros pastores y pueblo católicos a seguir utilizando esta impor- tante declaración para ayudar- les a formar sus conciencias, contribuir a un diálogo público cordial y respetuoso y concretar sus opciones en las próximas elecciones a la luz de las ense- ñanzas de la Iglesia" (http:// www.usccb.org/issues-and-ac- tion/faithful-citizenship/ formando-la-conciencia-pa- ra-ser-ciudadanos-fieles-no- ta-introductoria.cfm). Éste es un llamado oportuno y urgente dado las polémicas y las protestas respecto a posturas y propuestas radicales y reac- cionarias a favor de o en contra de uno o más derechos huma- nos que han ido aumentando la polarización y el "partidismo" en esta campaña electoral. Con una conciencia bien formada podremos ejercer nuestra voca- ción bautismal de ser "profetas" en el foro público y defender los derechos inalienables de todo ser humano, empezando por las personas más vulnerables e indefensas. Un reto y una obligación, una guía y una decisión La participación ciudadana responsable es un reto y una obligación. Ningún partido ni candidato abraza plenamente el plan que Dios ha revelado para el bienestar temporal y transcendente de cada ser hu- mano. Suelen proponer so- luciones a retos reales que a menudo contradicen las solu- ciones que Dios propone y las demandas que impone para el bien de cada hombre, mujer y niño. El documento episcopal sirve de guía para discernir y decidir. Aquí algunos extractos: "No ofrece un listado cuan- titativo de temáticas para su consideración por igual, sino que describe y hace impor- tantes distinciones entre cues- tiones morales reconociendo que algunas implican la cla- ra obligación de oponerse a males intrínsecos que nunca pueden ser justificados y que otras requieren acciones para buscar la justicia y promover el bien común. En resumen, llama a los católicos a formar sus conciencias a la luz de su fe católica y llevar nuestros prin- cipios morales al debate y las decisiones sobre candidatos y temáticas". Los obispos nos aseguran que no estamos solos y sin ayuda a la hora de abogar y votar con una conciencia cristiana bien formada a favor del bien co- mún, todo lo contrario: "La declaración recono- ce nuestro patrimonio doble como fieles católicos y como ciudadanos estadounidenses. Somos miembros de una co- munidad de fe con una larga tradición de enseñanza y ac- ción sobre la vida y dignidad humanas, el matrimonio y la familia, la justicia y la paz, el cuidado por la creación y el bien común. Como estadou- nidenses, estamos también bendecidos con la libertad re- ligiosa que salvaguarda nues- tro derecho a llevar nuestros principios y convicciones mo- rales a la escena pública. Estas libertades constitucionales de - ben a la vez ser ejercidas y pro- tegidas, en la medida en que algunos pretenden silenciar las voces o limitar las libertades de los creyentes religiosos y las instituciones religiosas. Los ca- tólicos tienen los mismos dere- chos y deberes que los demás de participar plenamente en la vida pública. La Iglesia a través de sus instituciones debe ser li- bre para llevar a cabo su misión y contribuir al bien común sin ser presionada a sacrificar sus enseñanzas y principios mora- les fundamentales". La voz de Dios en la conciencia humana El "seguir mi conciencia" en privado y en público no pue- de significar hacer lo que nos parezca. Más bien, es seguir la diáfana voz de Dios en la con- ciencia y en la Iglesia. El Con- cilio Vaticano II en la Cons- titución Pastoral Gaudium et spes declara: "El hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesa- rio, en los oídos de su corazón, llamándolo siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal: haz esto, evita aquello. […] La conciencia es el centro más se- creto del hombre, el santuario en el que está solo con Dios y en el que su voz se hace oír" (§ 16). Para ejercer nuestros debe- res como ciudadanos fieles, es necesario escuchar la voz de Dios en nuestro interior, en la conciencia bien forma- da, en ese "santuario" donde Dios habla al hombre, creado a Su imagen y semejanza, pa- ra que opte por y obre según el bien de todos en todo, es decir, según los dictámenes de una conciencia bien formada por la revelación divina. Formar la conciencia para elegir correctamente FOTO DE ERIK HERMSMAN /FLICKR "Los católicos tienen los mismos derechos y deberes que los demás de participar plenamente en la vida pública", dicen los obispos norteamericanos. ¿Valen las Misas por radio o televisión? Una fiel lectora nos envió una pregunta que sin duda po- drá responder las inquietudes de otros lectores. Mons. Jorge De los Santos nos ayuda a respon- der: "Quiero saber si la Santa Misa es válida cuando se sigue por televisión o se escucha por radio". E stán obligados a oír Misa entera los días de precepto (que son los domingos y los días obligatorios señalados por la Iglesia) todos los bauti- zados católicos que han cum- plido los siete años y tienen uso de razón. El Catecismo de la Iglesia Católica dice en el #2181: "Los que deliberada- mente faltan a esta obligación cometen un pecado grave". Una falta habitual a la Santa Misa dominical, sin causa que lo excuse, supone un despre- cio a la invitación que el Señor Jesús nos hace, a través de la Iglesia, a participar de Su Sa- crificio Eucarístico. El precepto de oír Misa consiste en asistir personalmente a la Iglesia y participar de la Santa Misa. No satisface el precepto quien la sigue por televisión. Aunque oír Misa por televisión siempre será algo muy recomendable (en lugar de ver otros progra- mas televisivos inútiles), pero no suple la obligación de par- ticipar en ella personalmente. Ahora bien, el seguir la Mi- sa por televisión puede cum- plir con el precepto si hay una causa que lo excuse. Quedan disculpados de ir a Misa los que tienen algún grave impe- dimento: una enfermedad que no permita salir de casa, un viaje que no dé tiempo de par- ticipar en ella, el vivir lejos de la iglesia y no tener transporte o alguien que lo pueda llevar, o una ocupación que no pue- de abandonarse, por ejemplo: los que cuidan enfermos y no tienen quien los sustituya, en estos casos sí es válido el seguir la celebración Eucarística por televisión. Para saber cuándo tenemos un motivo razonable que nos excusa de ir a Misa, lo mejor es consultar con un sacerdote. Si no tienes un sacerdote a mano y te urge solucionar tu duda, puede ayudarte la nor- ma siguiente: Pregúntate: ¿El no asistir a Misa es porque definitivamente no puedo ir porque algo me lo impide, o porque no quiero ir y estoy buscando una justificación? Y ¿si pudiera asistir a Misa lo haría? Puedes dejar la Misa si, dadas las circunstancias en que te encuentras, dejarías tam- bién prudentemente un nego- cio de cierta importancia para ti. Si en esas circunstancias en que te encuentras tuvieras una ocasión única de cobrar una cantidad importante de dinero, ¿dejarías pasar esa ocasión? Si es así, entonces la Misa por te- levisión o radio es válida para ti. TU IGLESIA TE RESPONDE

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