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EL PUEBLO CATÓLICO JUNIO 2015 12 Por Mavi Barraza Carlos Klinger, además de ser reconocido en la comunidad his- pana de Colorado por los tantos años de servicio como prepara- dor de impuestos, se destaca por su calidad humana, pero sobre todo se le reconoce por la rela- ción de respeto, amor, y admi- ración que llevó con su padre y compañero de trabajo. "Mi papa fue mi mejor amigo, éramos muy diferentes, pero era mi mejor amigo. No teníamos las mismas opiniones, pero fue eso lo que me enseño el respeto a mí mismo y a las otras creaturas", di- ce Klinger. Era muy común llegar a la ofi - cina de Carlos Klinger y encon- trar a padre e hijo intercambian- do opiniones o consejos acerca de algún tema, así como tam- bién era común verlos cenando juntos los fi nes de semana. Para este chileno, la conviven- cia que tuvo con su papá desde muy temprana edad, fue funda- mental para el desarrollo de su carácter y su amor por la vida. Klinger se describe en su juven- tud como un chico dinámico y con sueños de trasformar el mundo, como una persona que siempre ha tenido fi rme la idea de que los seres humanos deben de respetarse por el hecho de ser criaturas. Esta fi losofía es la he- rencia que le dejo su padre quien murió hace dos años. Como se logra esa relación Es bien dicho que padre no es solo aquel que engendra, sino el que educa y Klinger está to- talmente de acuerdo en que los hijos necesitan ser guiados, edu- cados, amados, comprendidos, aceptados y tomados en cuen- ta. "Mi papá me hizo parte de su negocio, yo tenía nueve años y ya me preguntaba « "¿tú qué piensas de esto?" », ¡y yo que iba a saber!, pero eso me hacía sentir importante". Desde muy pequeño Carlos supo que podía confi ar en su papá, y esa confi anza le permitió conocer el mundo de una mane- ra más real, experimentando y cometiendo errores, pero siem- pre con la confi anza de saber que su padre estaría ahí cuando el más lo necesitara. "Mi papá siempre se la jugó por mí. Siem- pre he dicho, yo cometí el error una vez, sabía que en el primer error mi papá me iba a defender como león enfurecido. D espués mi papá hablaba conmigo y me decía: «mira, esto que hiciste es- tuvo mal. Esta es la primera y la última vez que te ayudo», por eso siempre cometí el error una vez y nada más", asegura Klinger. La familia en el mundo moderno Para Carlos, la desunión fami- liar es un factor que afecta ne- gativamente a la sociedad: "La familia ha perdido el valor que solía dársele años antes, hoy hay menos convivencia familiar debi- do a la falta de tiempo y al exceso de distracción con las nuevas tec- nologías. En mis tiempos nos sen- tábamos a la mesa, se bendecía la comida, nos íbamos a pasear en bicicleta por las tardes", comenta. Según Klinger, los jóvenes ne- cesitan ser motivados, que se les invite a una convivencia más personal, a estar más abiertos a conocer las necesidades de las otras personas y de la sociedad. "Los padres necesitamos fomen- tar la comunicación, no estar pegados al celular todo el tiem- po", dijo Klinger quien además asegura: "Comunicación es ver a los ojos a la otra persona, hablar, comprendernos, eso es para mí comunicación" fi nalizó. ¿Por qué hay menos cristianos en Estados Unidos? U na encuesta de Pew Re- search Center reveló el mes pasado que el número de cristianos en Estados Unidos ha disminuido de un 78.4 a un 71 por ciento. Una caída de más de ocho puntos en siete años, lo que se traduce en cinco millones de personas menos que profe- san este credo. Las cifras sorprenden debi- do a la cantidad de hispanos que anualmente llegan a este país, la mayoría, provenientes de hogares católicos o de otras denominaciones cristianas. La experiencia de cambio para mu- chos, en lugar de fortalecer su fe, la evapora entre los múltiples atractivos que ofrece el llamado sueño americano. Sobre este tema recordaba las palabras de un padre de familia mexicano: "Venimos a los Estados Unidos para darle a nuestros hijos lo que nosotros no tuvimos (un futuro más se- guro, mejores posibilidades de educación). Pero a veces se nos olvida darles lo que sí tuvimos", refi riéndose a los valores que se dan y se reciben en el seno de un hogar estable y de un cristianismo bien vivido. Y esas son las verdaderas riquezas que los hijos valoran y las que en últimas, forjan una so- ciedad mejor. Según indica la encuesta, los protestantes evangélicos estadounidenses son quienes han experimentado una menor baja entre sus miembros. En 2007 representaban un 26.3 por ciento y ahora son un 25.4 por ciento de la población. El grupo que le sigue son los católicos que representaban un 23.9 por ciento de la población y ahora son un 20.8 por ciento. Mientras tanto, los llamados "nones", es decir, sin ninguna afi liación religiosa, han pasado de un 16.1 a un 22.8 por ciento. Esta caída del número de cristianos puede tener muchas causas: un défi cit de formación y a lo mejor pobre ejemplo de parte de padres, maestros y agentes pastorales. La honda crisis que viven muchas familias que es directamente proporcio- nal a la excesiva confi anza en el progreso, la ciencia y la cultura del entretenimiento de parte de los jóvenes, que a veces ador- mece las conciencias y les hace olvidarse de la pregunta sobre la existencia de un más allá. Factores que están aumentan- do en la llamada generación de los "milenios", la apatía y la indi- ferencia hacia temas espiritua- les. Quizás este fenómeno puede resumirse en una de las frases del Papa Francisco, escritas en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium: "El gran riesgo del mundo ac- tual, con su múltiple y abruma- dora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de place- res superfi ciales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios inte- reses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entu- siasmo por hacer el bien". Al católico hispano de la Arquidiócesis de Denver podrían parecerle dramáticas e incluso exageradas estas cifras, ya que en muchas parroquias podemos ver una fe alegre, activa y dinámica. Pero la visión global del cristia- nismo en Estados Unidos debe ser una señal de alerta que nos invite a preguntarnos si estamos respondiendo al mandato misio- nero: "Id por todo el mundo y pre- dicad el Evangelio", (Mc. 16, 15), como dijo Jesús a sus discípulos luego de su resurrección. Hay menos cristia- nos en Estados Unidos porque nos falta ser esa "Iglesia en salida", a la cual nos llama el Papa Francisco. Porque a veces no valoramos el tesoro que he- mos recibido de manera gratuita en nuestros países de origen ni salimos a anunciarlo a una sociedad con grandes riquezas materiales pero con una dramá- tica pobreza espiritual. Preguntémonos si el Señor es el centro de nuestra vida y si sabemos cultivar por medio de la oración, el estudio y las co- munidades de la fe, una relación con Él que se vea fortalecida y que sirva como testimonio para que otros se atrevan a seguir- lo. Preguntémonos si como consecuencia de ello, nuestro apostolado está siendo audaz o si nos quedamos viviendo un cristianismo a medias en el que prevalezca la comodidad por en- cima de la dimensión misionera. Esta encuesta nos demuestra en cifras que hay muchas perso- nas sedientas de Dios y otros que se han desencantado del cris- tianismo, quizás porque no han visto en nosotros un testimonio de apóstoles alegres ni compro- metidos. Y como lo dijo el Papa Francisco: "Si no encuentran en la Iglesia una espiritualidad que los sane, los libere, los llene de vida y de paz al mismo tiempo que los convoque a la comunión solidaria y a la fecundidad misio- nera, terminarán engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios". OPINIÓN TESTIMONIOS POR CARMEN ELENA VILLA Tenemos cintos de hilo de plata y de plata y oro. 720-379-4643 30% J O Y E R I A D E L R U B Y Mi papá: mi mejor amigo FOTO DE GERMAN GONZALEZ-FLOREZ Carlos Klinger con su padre que llevaba el mismo nombre. Ambos han entendido que la relación padre – hijo puede con- tribuir a una sociedad mejor.