Issue link: https://elpueblocatolico.uberflip.com/i/377650
EL PUEBLO CATÓLICO JULIO 2014 16 Recemos por él E ste último domingo, celebramos junto con toda la Iglesia universal, la Solemnidad de San Pedro y San Pablo; fiesta que honra a estos dos grandes pilares de nuestra Iglesia, que gastaron y desgastaron su vida hasta derramar su sangre, por anun - ciar y defender la fe que nos ha sido regalada. Esta fecha se considera además como el Día del Papa, día en el que todos fuimos invitados a rezar de manera especial por el Vicario de Cristo, el Dulce Jesús en la tierra: el Papa Francisco. ¡Cómo no rezar por él! Si cada día que pasa los vemos también a él, gastándose y desgastándose por la Iglesia y por todos nosotros, con su testimonio sencillo, alegre, gracioso, vital y comprometi - do, en los encuentros que tie- ne con miles, o con millones de personas. Impresiona ver como él, al igual que San Juan Pablo II el Grande o nuestro querido Papa eméri- to Benedicto XVI, se esfuerza tanto por el bien de la Iglesia, por ayudarnos a todos a descubrir el gozo del Evangelio. ¡Cómo no rezar por él! Si la carga que lleva no es fácil, sino más bien tremen- damente exi- gente y pesada: Toda la Iglesia universal, con sus grandezas y debilidades, con sus luces y sombras, con sus gozos y penas. El verlo cansado, agitado, o el saber que en estos últimas semanas ha tenido que cance- lar ya siete jornadas, por estar indispuesto, es algo que nos debe llevar a pedir a Dios por él, para que al igual que con San Pedro cuando estaba en la cárcel, todos como Iglesia oremos "insistentemente por él a Dios" (Hch 12, 5). ¡Cómo no rezar por él! Si él mismo nos lo pide una y otra vez; lo pidió de corazón el pasado domingo después del rezo del Ángelus y lo pide siempre. No hay reunión, encuentro, ya sea privado o multitudinario, en el que el Papa no diga: "No se olviden de rezar por mí". Una frase que se ha vuelto ya tan conocida y querida, incluso hay "apps" que nos recuerdan rezar por él. De hecho yo tengo una en mi teléfono que cada día me permite escuchar la voz del Papa Francisco precisamente pidiéndome: "No te olvides de rezar por mí". Y así lo hago. Es hermoso ver este pedido constante del Santo Padre, pues refleja cuán consciente es de la necesidad que tanto él, como cualquier ser huma- no, tenemos de Dios y de su gracia. Él nos da un gran ejem- plo de humildad; una virtud tan necesaria en medio de un mundo que se jacta de todo lo contrario; de no necesitar a nadie, de bastarse solo, de no rogar o pedir… pues "eso es sólo para frágiles y fracasa- dos". Una vez más, vemos que la lógica del Evangelio es muy distinta a la lógica del mundo. Y el Papa lo sabe. Es pues nuestro deber pedir y orar por el Santo Padre; pero también debe ser nuestro deseo, Acompañarlo cada día con nuestras oraciones por su misión. Pero otra manera de acompañarlo y sostenerlo, es ofreciendo nuestros propios esfuerzos por él. Porque todos somos Iglesia; no sólo el Papa o los obispos, sino todos los bautizados, y como tales estamos llamados e invitados a cargar juntos con nuestra Madre, la Iglesia. Así pues, ofrez- camos a Francisco nuestros ruegos, pero también nues- tro servicio generoso, nuestro es- fuerzo sincero por ser cada día mejores personas; por ser hombres y mujeres capaces de amar, servir, y entregarnos a los de- más, viviendo con coherencia nuestra fe. El Vicario de Cristo necesita y pide nuestro compromiso real como católicos de anun- ciar y evangelizar, desde nues- tros hogares, trabajos, respon- sabilidades, a todos aquellos que no conocen al Señor, o que están lejos de Él. Pero nos pide hacerlo con una fe gozosa, viva, que brote de la certeza de que Dios nos ama y nos salva. Es él mismo quien lo pide en la Evangelii Gaudium: "¡Cómo quisiera encontrar las palabras para alentar una etapa evangelizadora más fervorosa, alegre, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa!". OPINIÓN TESTIMONIOS POR MAYÉ AGAMA Por Mavi Barraza Yajaira Barraza tenía esca- sos 8 años cuando se hizo esta pregunta por primera vez: "No entiendo. Si Dios existiera no me hubiera mandado así como estoy". La infancia de esta jovenci- ta, hoy de 17 años, no fue fácil. Ella tuvo que enfrentar –lite- ralmente hablando- la muer- te en varias ocasiones. Yajaira fue prematura, y sólo un día después de su nacimiento fue dada de alta junto a su madre, a quien le pareció que el tiem- po que mantuvieron a su bebé en el hospital fue poco. "Yo pensaba que sólo veinticuatro horas en el hospital para una bebé que nació de 8 meses era poco, pero los doctores saben mejor que uno, así que no di- je nada", dijo Eva, la madre de Yajaira. Con una semana de vida y durante su primera visita mé- dica, Yajaira dejó repentina- mente de respirar. Al percatar- se los doctores de ello, le pusie- ron una mascarilla y lograron resucitarla. El tiempo transcurrió y a los seis meses de vida, ocurrió un nuevo accidente que sería el más crítico de su vida: Una es- tampilla se le atoró en su gar- ganta. Por algunos minutos no pudo respirar. "Mi hermana mayor me tomó en los brazos y metió sus dedos en mi boca para sacar la estampilla", relata Yajaira. "Eso me hizo vomitar, pero cuando traté de respirar la estampilla se volvió a atorar en mi garganta", añadió. En ese momento su madre la tomaba en brazos, mientras su hermana mayor se comunica- ba con el 911. "Recuerdo que la bebé había cambiado de color y sentí que se soltó y yo gri- té ¡ya se murió!", comparte la madre de Yajaira. En ese críti- co momento, la operadora del 911 dio un consejo: Había que agarrar a la pequeña entre los brazos y ponerla en una mesa. Yajaira volvió a respirar pero tras la llegada de los paramé- dicos, la llevaron a un hospital. Ya en emergencias le realiza- ron estudios para determinar si la estampilla estaba atora- da en sus pulmones, ya que no apareció por ningún lado. Mientras tanto, la familia ora- ba para que eso no pasara; ya que esto pondría en riesgo la vida de la niña. "La bebé hizo un ruido y le extendió su bracito a mi hija mayor y cuando su puño ce- rrado se abrió, ahí estaba… la niña le estaba entregando la estampita a mi hija", agrega Eva, la madre. La familia se refiere a esto como un milagro, pues era di- fícil que la estampilla estuviera en la manita de la niña, siendo que había sido revisada por ellos, por los médicos y para- médicos una y otra vez. Yajaira continúo su vida nor- mal hasta que unos meses des- pués presentó anomalías en su desarrollo. "La bebé no usaba su mano derecha; luego nos dimos cuenta que tampoco su pierna derecha la usaba igual, además de atorársele mucho la comida al tragar", agrega Eva. Fue entonces que a Yajaira le diagnosticaron semi-parálisis cerebral, una condición que le impidió desarrollarse normal- mente. La niña recibió muchas terapias, no caminó hasta casi los 3 años y le fue muy difícil hablar. Como si esto fuera poco, a los 7 años comenzó a desarrollar convulsiones, y de- presión, lo que la llevó en varias ocasiones a estar internada en el hospital. Durante muchos años y debido a su apariencia física, Yajaira experimentó lo que ella describe como un co- raje interno hacia un Dios que "me mandó así". Pero la grandeza de Dios es infinita, y no tardaría mucho en manifestarse. Al llegar a su adolescencia esta joven comenzó a conocer más de un Dios bueno y mise- ricordioso que ella ignoraba. "Empecé a ir a la iglesia, me empecé a sentir mejor. Ahí me di cuenta que Dios tiene una misión para cada uno de noso- tros y ahora sé que Él me man- do así por una razón", dijo la jo- ven con mucho entusiasmo. Su situación ayudó a mantener a su familia más unida que nun- ca y les enseñó que en la vida los obstáculos se vencen. Actualmente la joven está in- volucrada en un grupo juvenil religioso, continúa creciendo espiritualmente, lucha por lograr sus metas y sigue sor- prendiendo a su familia con su fuerza y entereza. "Uno de mis mayores sueños era sentir el viento pegar en mi cara al andar en bicicleta. Na- die pensaba que podría lograr- lo porque la parte derecha de mi cuerpo no funciona bien", afirmó la joven. Pero Yajaira no sólo logró su sueño, yendo más allá del asombro de los médi- cos y su familia, sino que aho- ra ella sabe la razón por la que Dios la puso en este camino. "Tengo una misión en la vida y con su ayuda y su gracia (de Dios) la voy a cumplir", finalizó Yajaira. Si Dios existe ¿Por qué me mandó así? FOTO PROVISTA Yajaira encon- tró el amor de Dios en medio del dolor y descubrió que Él tiene una misión para ella.