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PODER DE LA ADORACIÓN Jesús nos llama a entrar en una comunión más profunda con él porque quiere derramar sobre nosotros su amor transformador. Las soluciones a nuestros problemas —ya sean personales, eclesiales o sociales— se esconden en el Santísimo Sacramento. Solo visitar a Jesús en la iglesia o en la capilla de adoración cada día o cada semana producirá en nosotros una gran transformación. Asistir a Misa e ir a la adoración eucarística da a Jesús más tiempo para actuar en nuestras almas, para bendecirnos y reavivar la vida de nuestras familias, nuestras parroquias y de la Iglesia a través de nosotros. La oración silenciosa ante el Santísimo Sacramento transformará nuestras vidas y producirá muchas gracias. Puede guiar y dirigir nuestras vidas para que vivamos con él, en él y a través de él cada día. AVIVAMIENTO EUCARÍSTICO El Avivamiento Eucarístico tendrá éxito si logra fortalecer la fe en la presencia de Jesús, de modo que empecemos a vivir una vida más centrada en nuestra comunión con él. Las acciones externas sirven para fortalecer la fe, pues la gente necesita ver que creemos que Jesús está realmente presente ahí. Nuestra reverencia en la Misa y nuestra atención en la adoración y la bendición apuntan a la presencia del verdadero rey del mundo. Si la gente entra en nuestras parroquias y reconoce nuestra devoción a la presencia de Jesús, puede que eso los lleve a prestar más atención para reconocer también ahí la presencia del Señor y a oír su invitación a entrar en una comunión más profunda con él. Como Juan, cuando Pedro no reconoció a Jesús en la orilla, tenemos que proclamar: "¡Es el Señor!" (Jn 21,7). Para más información sobre la relación entre la Misa y la adoración eucarística, véase el capítulo 7 de mi libro How the Eucharist Can Save Civilization. 22 | A G O S T O - S E P T I E M B R E 2 0 2 3 LITURGIA Y VIDA