Muchos católicos —consciente
o inconscientemente— a la hora de
expresarnos censuramos todo lo que
pueda revelar nuestras convicciones
religiosas. Desde pequeños aprende-
mos los modales de una sociedad plura-
lista: no es de buena educación hablar
en público de política o, sobre todo, de
religión. Por supuesto, nunca debemos
ser agresivos ni prepotentes en lo que
respecta a nuestra fe, pero tampoco
debemos consentir las convenciones
sociales que exigen que nuestra religión
sea solo privada.
Nuestra fe debe ser omnipresente,
debe invadir e influir en todas las
dimensiones de nuestra vida, tanto
pública como privada, tanto personal
como profesional. Así, en tu lugar de
trabajo, en reuniones sociales, entre
amigos, permite que tus convicciones
católicas se expresen verbalmente. Y
lo no verbal puede ser igual de impor-
tante: coloca un crucifijo o una imagen
de tu santo favorito en tu despacho;
pon una cita bíblica de fondo en tu
computadora. Si esto suscita una reac-
ción o una pregunta, tanto mejor para
la evangelización. ¿Cuántas personas
de tu círculo de conocidos o de tu lugar
de trabajo saben siquiera que eres
católico? Yo diría que si la respuesta a
esa pregunta es "muy pocos" o "nadie",
entonces has sido demasiado renuente
en tu labor diaria de evangelizar.
EN TERCER LUGAR
DEJA QUE EL LENGUAJE
DE LA FE SEA ALGO
NATURAL EN TU
FORMA DE HABLAR.
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FE EN ACCIÓN
No pierdas la
oportunidad de ser
un ángel de Dios,
un portador de la
buena nueva�.