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Pero otra voz le decía: "No abras la puerta. Pídele a Dios que te ayude. Él es todopoderoso. Eso significa que puede hacer cualquier cosa. Aún tienes una oportunidad". Fue entonces que hizo una pro- mesa que le cambió la vida: "Dios, no lo sé todo sobre ti, pero seguiré bus- cándote. Nunca volveré a dudar de tu existencia". Los hombres pasaron por alto la puerta del baño, que estaba escondida detrás de un mueble. Para cumplir su promesa, pidió una Biblia al dueño de la casa y, por primera vez, empezó a leerla con atención. Fue entonces que realmente llegó a com- prender que Dios la había creado por amor y la llamaba a la dicha del cielo. Deseaba intensamente llegar ahí. Solo bastaba seguir las palabras y los manda- mientos de Jesús. "Eso no es tan malo comparado con la eternidad del cielo", pensó. "Puedo hacerlo". DIOS LE PIDE PERDONAR Sin embargo, esto cambió cuando Immaculée leyó las palabras pun- zantes de Jesús: "Perdonen a los que los odian... Recen por los que los persiguen". "Me di cuenta de que estaba en problemas: Dios me estaba diciendo que no podría ir al cielo si no perdonaba a los que querían matarme", recuerda Immaculée. Esta idea le resultaba tan incó- moda que decidió cerrar la Biblia y mejor optó por rezar el rosario que su padre le había dado. Mientras lo rezaba, experimentó algo nuevo: una paz inigualable. Se aferró tanto a esta oración que cada día rezaba 27 rosarios y 14 coroni- llas de la divina misericordia. Solo así evitaba caer en pensamientos de rabia y desesperación. E L P U E B L O C A T Ó L I C O | 27 Hay tanta alegría, tanta libertad en perdonar. Atrévete a hacerlo". I M M AC U LÉ E I LI BAG IZ A