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AUTORIDAD Y JERARQUÍA Testimonio de la Iglesia primitiva L os escritos de los primeros cristianos nos muestran que esta es la interpretación correcta. Quien argumenta que los apósto- les dejaron solo a un grupo de ancianos encar- gados y no a un obispo, se ven forzados a com- probar cuándo sucedió ese cambio y cómo se dio tan rápido. ¿Por qué todas las iglesias o comu- nidades primitivas pronto pasaron a tener un obispo si no era eso lo que los apóstoles querían? Los primeros cristianos nos dicen todo lo contrario: que ellos actuaban conforme a la tradición y mensaje que recibieron de los após- toles, a diferencia de otros que aceptaron ense- ñanzas falsas. SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA Y LA JERARQUÍA Como dice un apologeta: "El catolicismo de san Ignacio es tan temprano y tan obvio que los protestantes no saben qué hacer con él". Desde alrededor del año 107 d. C., san Igna- cio habla sobre esta estructura de tres órdenes. Claramente muestra al obispo como la autori- dad más alta de una comunidad, seguida por los presbíteros y después los diáconos: "Su obispo preside en el lugar de Dios, y sus presbíteros en el lugar de la asamblea de los apóstoles, junto con sus diáconos" (Carta a los magnesianos, 6). "Sigan al obispo, así como Jesucristo sigue al Padre, y a los presbíteros así como seguirían a los apóstoles, y den reverencia a los diáconos como institución de Dios" (Carta a los esmirnea- nos, 8). "Allí donde aparezca el obispo, allí debe estar el pueblo; tal como allí donde está Jesús, allí está la Iglesia católica" (Carta a los esmirneanos, 8). SAN IRENEO Y LISTAS DE SUCESIÓN DE ROMA Otros testimonios de la autoridad del obispo y la jerarquía de la Iglesia nos llegan en forma de listas de sucesión, en las que la Iglesia primitiva registraba el orden de los obispos hasta llegar a los apóstoles. ¿Por qué lo hacían? Para combatir falsas enseñanzas, como el gnosticismo. Por ejemplo, san Ireneo de Lyon, en torno al año 180 d. C., decían que, si los apóstoles hubieran recibido tal enseñanza extraña, se la hubieran comunicado a los que eligieron como sus sucesores, y estos hubieran hecho lo mismo con sus sucesores. San Ireneo tenía esto muy claro, pues había sido discípulo de san Policarpo, quien por su parte había sido discípulo de san Juan apóstol. Por tanto, si una idea extraña no podía remontarse hasta tener a algún apóstol como origen, entonces eso indicaba que no era verdadera. Asimismo, si contradecía aquellas ver- dades que sí habían sido trasmitidas por los apóstoles, entonces la idea era falsa. Aún más, los primeros cristianos mantenían estas listas como prueba de que lo que predicaban en rea- lidad era el mensaje recibido de los apóstoles. Ireneo, da el ejemplo de la iglesia de Roma por dos razones: 1. Porque fue constituida por "los dos gloriosísi- mos apóstoles Pedro y Pablo, la que desde los apóstoles conserva la tradición y la fe anunciada a los hombres por los sucesores de los apóstoles que llega hasta nosotros". 2. Y porque "es necesario que cualquier Iglesia esté en armonía con esta iglesia (de Roma), cuya fun- dación es la más garantizada —me refiero a todos los fieles de cualquier lugar—, porque en ella […] han conservado la Tradición apostólica" (Contra los herejes, 3,1). 20 | O C T U B R E - N O V I E M B R E 2 0 2 2