DEPENDENCIA DEL ESPÍRITU SANTO
Consejero
en la acción
L
a vida cristiana llena del Espíritu de Dios es una vida
de diálogo constante con los movimientos del corazón
que tienden hacia Dios y también con los impulsos del
Espíritu que nos guían a la hora de actuar. Poner nuestra con-
fianza en el Espíritu nos permite oír estos impulsos interiores
que nos inspiran a hacer algo, nos dan la palabra adecuada
y nos piden detenernos antes de hacer o decir algo dañino.
Jesús pidió que no estuviéramos ansiosos, pues "llegada la
hora, el Espíritu Santo les enseñará lo que tengan que decir"
(Lc 12,12). Con el Espíritu Santo, nunca estamos solos.
Edificador
de la Iglesia
E
l Espíritu no nos guía solo por nuestro propio bien, sino
también para edificar la Iglesia. Él concede dones, o
carismas, a todo cristiano: "La manifestación del Espíritu
que a cada uno se le da es para provecho común" (1 Cor 12,7).
San Pablo nos da ejemplos de estos carismas: conocimiento,
sabiduría, fe, curaciones, milagros, profecía y discernimiento
de espíritus. Quizá nunca hemos reparado en los dones que
Dios nos da a cada uno, pero, si prestamos atención, podemos
percatarnos de que a veces realizamos ciertos actos con más
facilidad de lo normal y a la vez con una mayor eficacia.
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