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2021_EPC_Octubre-Noviembre

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LA CONVERSIÓN ES POSIBLE CON LA GRACIA DE DIOS Existen situaciones en la vida de algunas personas que hacen que por el momento no deban acercarse a recibir la comunión. Todas esas situaciones tienen solución con la gracia de Dios. Posiblemente no estamos hablando de una solución inmediata o fácil. En cualquier caso, si uno sabe que no está viviendo bien, y no encuentra la manera de salir de esa situación, una cosa es clara. La gracia que nece- sita para cambiar lo que sea necesario cambiar en su vida procede de la Misa. Ahora no es momento de comulgar, pero sí lo es de escuchar la palabra de Dios, orar y pedir la gracia de la conversión. Posiblemente, también es tiempo de dejarse acompañar y dirigir por un buen sacerdote. Es importante darse cuenta de que lo que nuestro entendimiento no es capaz de resolver no encierra ninguna dificultad para la sabiduría de Dios. Pidamos pues la gracia de que el Señor nos muestre el camino de una autentica conversión y nos dé la fuerza necesaria para recorrerlo. E L P U E B L O C A T Ó L I C O | 11 EL ALIMENTO ES PARA LOS VIVOS En esta misma línea de nuestra capacidad para recibir y la importancia de las disposiciones subjetivas, tenemos que decir que, si la Misa es alimento espiritual, presupone que quien se alimenta esta espiritualmente vivo, es decir, en estado de gracia. Si tras el bautismo perdemos ese estado porque cometemos un pecado mortal, lo que necesitamos hacer es confesarnos. La Sagrada Escritura nos dice con toda claridad que comulgar en pecado mortal no solo no produce buen fruto, sino que lo produce malo: "Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo. Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos" (1 Cor 11,26-30). La Eucaristía es el sacramento de la caridad que con- suma la unidad de Cristo con la Iglesia. Por ese motivo, quien la recibe ha de estar unido a Cristo y a la Iglesia de manera interior y también visiblemente. De otro modo, habría una gran contradicción entre la vida personal y el significado del sacramento. ¿Cómo sé que estoy en estado de gracia? La pregunta que uno debe hacerse más bien es si tiene conciencia de haber cometido un pecado mortal o no. Si estamos bau- tizados y nos confesamos con una cierta frecuencia, es sencillo responder a esta pregunta, porque no se puede cometer un pecado mortal sin darse cuenta. Para que un pecado sea mortal es preciso que su materia sea grave, y que aquella acción sea ejecutada con plena advertencia y pleno consentimiento, es decir, a sabiendas.

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