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PROMESAS DE UN PADRE AMOROSO ¿Hay esperanza en medio de tanta oscu- ridad? Sí la hay, y la encontramos en las promesas de salvación que Dios le hizo a su pueblo después de la Caída. Por ejemplo, le prometió a Abrahán bendecir al mundo entero a través de su descendencia y a David, un reino eterno. De la misma manera, los profetas predicaron incesantemente sobre la promesa de algo "nuevo" que Dios le daría a su pueblo. Si el pueblo volvía a Dios, enton- ces él les daría un nuevo corazón, un nuevo espíritu, una nueva alianza, nuevos pastores y una nueva creación. El Antiguo Testamento está repleto de historias de ira y de sangre, pero a la vez contiene el bello hilo conductor de una pro- mesa de redención. Esto es algo que suele sorprender a muchos estudiantes: en medio de la oscuridad del Antiguo Testamento, se encuentra el gran amor de Dios que siempre busca restaurar al hombre a la gracia. Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón". G E N 3,15 "NUEVO ÉXODO" Para las personas del Antiguo Testamento, estas promesas aún estaban por cumplirse. Por supuesto, la redención no necesaria- mente se realiza en el tiempo o de la manera que esperamos, pero aún así uno puede con- fiar en que Dios es fiel a sus promesas, como san Pablo lo asegura. Por eso, él mismo pone a los justos del Antiguo Testamento como modelos a seguir: "Todos murieron como creyentes. No habían conseguido lo prome- tido, pero lo habían visto y reconocido desde lejos, confesándose extraños y peregrinos en la tierra" (Heb 11,13). Dios no solo prometió la salvación a su pueblo, sino que ya antes había comprobado ser fiel. El Éxodo de la esclavitud en Egipto, por ejemplo, se convirtió en el el prototipo de la liberación del pueblo de Dios. Los mismos profetas predicaron la venida de un "nuevo Éxodo", una verdadera liberación de las manos de Satanás, el pecado y la muerte. PROMESAS DEL PADRE 8 | A B R I L - M A Y O 2 0 2 1

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