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2021_EPC_Febrero-Marzo

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E L P U E B L O C A T Ó L I C O | 3 con otros y con Dios mismo? Aun más asombroso, ¿recorda- mos que Dios nos creó con alma eterna y desea que seamos como él en la gloria celestial? Estos hechos pueden parecer abstractos y distantes de nuestra vida diaria, que aún no participa de la gloria y la experiencia del amor que todo lo abarca. Gracias a Dios, solo hace falta mirar las maravillas que componen nuestro planeta para vislumbrar el poder, la creatividad y la bondad de Dios. Ver la belleza del atardecer, la complejidad de la criatura microscópica más pequeña, o estar de pie sobre una montaña de 14000 pies de altura y contemplar el panorama nos lleva a apreciar la belleza de Dios, la complejidad de su creación, y nos llena de asombro. Y si miras hacia el cielo, puedes ver algunas de las estre- llas que existen entre más de 70 sextillones que él creó en el universo. Para comprender la magnitud de este número, puedes pensar en que es más de 10 veces el número de granos de arena en todos los desiertos y playas de la tierra. Piénsalo; este número incluye solo las estrellas y no los planetas que las orbitan. En realidad, nuestro Dios es maravilloso y todopode- roso, y así como creó el universo, te creó a ti. Esta realidad naturalmente plantea la cuestión "Si Dios es tan poderoso, ¿por qué está el mundo tan mal?". La res- puesta corta es que Dios nos dio a nosotros y a los ángeles libre albedrío para que nuestro amor por él y el resto de la creación fuera auténtico, algo que nosotros eligiéramos, reflejando el mismo amor de Dios. Amar forma parte de haber sido creados en su imagen y semejanza, comenzando con la recepción de su amor incondicional por nosotros. Sin embargo, el riesgo del amor verdadero y auténtico es que se puede corromper y poner en duda. Esto fue lo que sucedió con Satanás, cuando tentó a Adán y Eva a desconfiar de la bondad de Dios, algo que hemos heredado nosotros. Los sucesos del 2020 deberían ser evidencia suficiente, para cualquier persona que cuestione los efectos de esta separación de Dios, de que el pecado y sus efectos son ver- daderos. Al creer en la mentira de que podemos ser felices y vivir mejor apartados de Dios, nos permitimos convertirnos en esclavos de nuestro pecado. Nos convertimos en tiranos. Si uno lo piensa, cada apetito y deseo reclama más y más control sobre nuestra vida entre más nos complacemos en él. Si somos honestos, nos damos cuenta de que, al final, esta- mos en desventaja. Nadie puede escapar de la consecuencia última de la separación de Dios: la muerte. Esta es nuestra historia, pero no es su final. Afortunadamente, el amor de Dios por nosotros no ter- minó con la caída de gracia o con nuestros fallos continuos de amar como él ama. Hace poco celebramos la Navidad; Jesús vino en forma de niño a rescatarnos. Vino, como dicen los antiguo Padres de la Iglesia, a luchar contra el pecado, la muerta y Satanás. En la próxima edición de El Pueblo Católico y el Denver Catholic entraremos más de lleno en la misión de Jesús y recordaremos cómo nos rescató. Mientras tanto, si quieres explorar nuestra historia –tu historia– de manera profunda, cautivante y hermosa, te invito a ver y participar en La Búsqueda con el predicador Chris Stefanick. Puedes participar en un grupo pequeño, aunque también está disponible para todos en www.watch.formed.org/la-busqueda.* *La suscripción es gratis para los feligreses de parroquias que tengan FORMED. Para buscar su parroquia y crear una cuenta, visite www.formed.org/signup.

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