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2020_EPC_Agosto-Septiembre

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2 | A G O S T O - S E P T I E M B R E 2 0 2 0 COLUMNISTA INVITADO C on dichas palabras comunicaron los enviados del prín- cipe Vladimir de Kiev, en el siglo X, cómo la celebra- ción Eucarística les impresionó al experimentarla en toda su gloria. Qué increíble se escucharía tal descripción en la edad moderna. Qué realidad que es tan evidente y "palpa- ble" a todo aquel que mira con los ojos del espíritu. La Eucaristía se describe oficialmente en el Catecismo de la Iglesia Católica como "fuente y culmen de toda la vida cris- tiana". Por tanto, a nosotros los sacerdotes nos entristece gran- demente encontrar personas, tanto adultas como jóvenes, que no aprecian la Misa. Tristemente el foco de atención es que la Misa es "obligatoria". Creo que en parte es este concepto lo que contribuye a que no podamos entrar en la Misa con gozo y paz. En estos tiempos tendemos a rechazar cualquier cosa que debemos hacer y que disturbe aquello que queremos hacer. Pero más que hacer sentir culpable a cualquiera, lo que deseo aquí es animarlos a descubrir la belleza de lo que tene- mos a nuestra disposición en la celebración de la Misa. Pues, ¿a dónde podemos ir? ¿A qué otro lugar que esté poblado de ángeles? Aquí es donde quisiera que nuestra atención se que- dara por los próximos cinco minutos. Estoy escribiendo este artículo en mi capilla de adoración y, mirando hacia donde está Jesucristo en la hostia, no puedo dejar de pensar en los cientos de ángeles que le alaban cons- tantemente, aun aquí, en el silencio interrumpido tan solo por las teclas de mi laptop; aquí y ahora, mucho después de que las palabras "tomen y coman todos de él, porque esto es mi cuerpo" se escucharon apenas como un susurro de mis labios y a la vez retumbaron en todos los rincones del uni- verso, pues son el eco del susurro mismo del Señor, cuando en compañía de sus apóstoles deseaba quedarse para siempre con ellos, para siempre con nosotros; ahora, unos días y a la P O R E L P A D R E H U M B E R T O M Á R Q U E Z P árroco de S t . J o h n t h e B a p t i s t, Longmont, Colo. Entrar en la Santa Misa es entrar en el cielo No sabíamos si estábamos en el cielo o en la tierra, pues no existe tal esplendor o belleza en ninguna parte del mundo. No te lo podemos explicar, solo sabemos que ahí Dios existe entre los hombres." " Foto de Brandon Young El Pueblo Católico

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