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2020_EPC_Agosto-Septiembre

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La Misa y la Pascua judía P ero para entender estas palabras tenemos que verlas a la luz de la Pascua judía, fiesta que conmemoraba la liberación del Pueblo de Dios de la esclavitud de Egipto (Ex 12). Dios mandó a los israelitas sacrificar un cordero sin mancha, untar su sangre en el marco de su puerta para libe- rarlos de la plaga y comérselo, junto con pan sin levadura. El cordero, la sangre y el pan eran los elementos principales. La Misa, nueva celebración de la Pascua A sí la Misa se convierte en la cele- bración de la "Nueva Pascua". Nos damos cuenta de que la liberación de la esclavitud de Egipto era una prefiguración de la verdadera liberación que Cristo traería: la liberación del pecado y la muerte a través de su muerte y resurrección. Por eso Jesús Eucaristía verdaderamente toca nuestra vida, nuestros problemas, nues- tras alegrías, nuestras penas… Se ha quedado para transformarnos, para liberarnos de la esclavitud del pecado y darnos la verdadera libertad que solo se encuentra en él, para llevarnos a la plenitud que comienza aquí y se completa en el cielo. Pero además de entregarse a nosotros completamente, Cristo nos hace partícipes de su plan de salvación. En la Eucaristía, los fieles también están llamados a unir sus sufrimientos, su trabajo, su alabanza y su oración a los de Cristo como ofrenda por la salvación del mundo (Catecismo 1368). Jesús, el verdadero Cordero L a Última Cena (día en que Cristo pronunció las palabras de consagración que el sacerdote aún recita) se llevó a cabo en el contexto de esta celebración de la Pascua judía (Mt 26,19; Mc 14,16; Lc 22,13). Pero Cristo hizo algo inesperado. Las Escrituras nunca mencionan a un cordero en la Última Cena. En cambio, Jesús habla de su propio cuerpo y de su propia sangre "que será derramada por ustedes". ¡Jesús se presenta como el verdadero cordero que va a ser sacrificado! El cordero, el pan y la sangre ahora se refieren a Jesús: el cordero sacrifi- cado es él, el pan es su cuerpo y el vino es su sangre. Al hablar de su sacrificio, Jesús está hablando de su muerte en la cruz. Consagración La congregación se hinca cuando el sacerdote impone las manos sobre el pan y el vino pidiendo la efusión del Espíritu Santo sobre esos dones, y dice una oración. Entonces, el sacerdote dice las palabras de consagración: "Tomen y coman todos de él, porque este es mi cuerpo que será entregado por ustedes…". Lo mismo hace con el vino. Tomen y coman todos de él, porque este es mi cuerpo que será entre- gado por uste- des…". " E L P U E B L O C A T Ó L I C O | 15

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