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"EL SEÑOR ESTÉ
CON USTEDES".
Aquí se repite esta frase
importante (p. 6-7) para
que nos demos cuenta de la
importancia de lo que está a
punto de suceder y para que
Dios nos de la gracia de com-
prender este misterio.
"LEVANTEMOS EL
CORAZÓN".
San Cipriano decía sobre
estas palabras de la Misa al
rededor del año 250 d.C.:
"Deja que todos los pensa-
mientos carnales y humanos
desaparezcan; no dejes que
el alma en ese momento
piense en otra cosa que el
objeto único de su oración".
"DEMOS GRACIAS AL
SEÑOR NUESTRO DIOS".
"Es justo y necesario",
responde la congregación.
¡En verdad! porque a pesar
de nuestros pecados y nues-
tra falta de amor, Cristo se
ha entregado por amor a
nosotros y se ha quedado en
la Eucaristía para nuestra
salvación.
"SANTO, SANTO, SANTO
ES EL SEÑOR…"
Durante este himno nos
damos cuenta de lo que está
sucediendo en la Misa. Con
las palabras tomadas de las
visiones del profeta Isaías (Is
6,3) y de san Juan (Ap 4,8),
nos damos cuenta de que
los ángeles y santos entonan
este himno en el cielo, y
nosotros nos unimos a ellos:
el cielo y la tierra se unen.
También repetimos las pala-
bras con las que las multi-
tudes recibieron a Jesús en
Jerusalén: "¡Hosanna!" (Mt
11,9); estamos recibiendo
al Rey que está por hacerse
presente en la Eucaristía
frente a nosotros.
LITURGIA DE LA EUCARISTÍA
Plegaria eucarística
El prefacio
Esta oración concluye el ofertorio y nos lleva
a la consagración. Comienza con un diálogo
entre el sacerdote y el pueblo, y prosigue con
con una oración especial y el "Santo".