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19 DENVER CATHOLIC EN ESPAÑOL | JUNIO 2018 C ada año celebramos cientos de primeras comuniones y con- fi rmaciones. Los jovencitos, y niños y niñas vienen bien vestidos y preparados para recibir el Espíritu Santo y la Santa comunión. Pero siempre me pregunto cuántos volve- rán para conocer más de la fe el año que sigue, cuántos seguirán viniendo a misa los domingos; cuántos volve- rán para confesarse de vez en cuando. Especialmente ahora que muchos niños y niñas de tercer grado se acer- can a recibir los dos sacramentos a temprana edad, y dependen de sus padres para esto. Quisiera traer a la conciencia de todos el deber que tenemos ante Dios de seguir trayéndolos a la doctrina, a la Santa Misa y a la confesión. Noso- tros no queremos preparar jóvenes y niños y niñas solamente dándoles contenido sino también ayudándo- les a vivir una relación personal con Jesucristo. Y eso toma tiempo y no se aprende con un libro. Lo que común- mente decimos, "traer los niños a la doctrina" es mucho más que eso. Lamentablemente refi riéndonos a ella seguimos hablando en términos de salón de clase, como si el Cate- cismo fuera una prolongación de la escuela: salones, maestros, libro de texto, aprender la lección. Con esta idea, se llega a considerar que cuando reciben los sacramentos es como si se graduaran y ya no tuvieran que volver al programa de formación religiosa. El Catecismo o "la doctrina" (edu- cación religiosa, en Estados Unidos) es mucho más que esto: es aprender a hablar con Dios, es crear una relación de amistad con Jesús, es ejercitarnos en el amor al prójimo y experimentar el gozo de Dios en el alma. Evidente- mente todo eso adaptado al alma y a la psicología del niño. Esta educación en la fe se da prin- cipalmente en el hogar donde los principales catequistas son los papás. Y se da en la parroquia, donde hom- bres y mujeres enamorados de Dios comparten con los niños la alegría de creer en Él y de su amistad con Jesús. Esta misión de los padres, sostenida con la ayuda de los catequistas en la parroquia es una tarea insustituible y el mejor servicio al niño.· Como buenos padres, ustedes llevan todos los días a sus hijos a la escuela; por las tardes los llevan a los deportes u otras actividades extraesco- lares, e incluso los acompañan durante el juego ¡Por 13 años sin parar! Y todo este esfuerzo para poder dar a tu hijo o hija un certifi cado de estudios que le permita abrirse paso en la vida terrena que, como todos sabemos, es temporal y pasajera. Yo sé que tú quieres a tus hijos más que a tu propia vida. ¿Qué no serías capaz de hacer para que ellos tengan la vida eterna? Educarlos en la fe, hacerles conocer a su Salvador, introducirlos en la amistad personal y gozosa con Jesús de Nazaret, darles la alegría de recibir los sacramentos y de aprender a amar como Jesús nos amó: ¿Qué y cuanto serías capaz de invertir en esto? El verdadero catequista del alma del niño y de la niña es Jesús mismo. Solo te pide que lo sigas trayendo a tu hijo al Catecismo y a la Santa Misa. Jesús quiere la amistad de tu hijo e hija. ¿Será que se lo puedes acercar cada semana trayéndolo a la doctrina y acompañarlo a la misa todos los domingos? Pronto comenzarán las inscripciones para el catecismo. No dejes de ofrecer este grande gesto de amor por tus hijos: Sigue acompañán- dolos en su camino a Jesús. Columna del Obispo Exmo. Monseñor Jorge Rodríguez Catequesis continua de los hijos FOTO DE ANYA SEMENOFF IMAGEN: DIBUJOS PARA LA CATEQUESIS

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