Issue link: https://elpueblocatolico.uberflip.com/i/891508
4 OCTUBRE-NOVIEMBRE 2017 | DENVER CATHOLIC EN ESPAÑOL Noticias de la Arquidiócesis POR WAYNE LAUGESEN A sí lo dijo el Obispo auxiliar de Denver, monseñor Jorge Rodrí- guez, durante su mensaje a los trabajadores inmigrantes y a sus fami- lias durante una Misa celebrada espe- cialmente para ellos, el pasado 24 de septiembre en la parroquia Saint Nicho- las, en Platteville. "Mi mensaje fue para que ellos sean conscientes de que Dios está ahí", afi rmó el Obispo, después de la Misa dedicada a los inmigrantes que trabajan el campo. "Hay un Padre amoroso que no está lejos de lo que ellos están viviendo. Ellos deben sentir todo el tiempo que no están solos. Que Dios está con ellos en cual- quier difi cultad que tengan". Cerca de cien personas participa- ron de la Misa, incluyendo inmigrantes trabajadores del campo y aquellos que fueron a dar su apoyo a esta comuni- dad campesina con un gran número de hispanos. "Los trabajadores necesitan la segu- ridad que le brindan sus compañeros católicos", dijo la hermana Molly Muñoz, quien trabaja en varias parroquias del oriente de Colorado. "Quisiera ayudarlos a que sepan que somos conscientes de su situación y que nos preocupan. Ellos están sufriendo mucho". Después de la Misa se realizó una cena en la que los familiares compartieron su preocupación sobre la promesa que hizo el presidente Donald Trump de deportar a los trabajadores indocumentados. "Mi mamá se preocupa de que esto pueda separar a las familias", dice un joven de 15 años, a quien sus padres trajeron de México cuando tenía solo un año. "Mi mamá solo quiere que el presidente deje de amenazar a las fami- lias. Esto le preocupa. Ella quiere que nos dé más oportunidades a aquellos que trabajamos en el campo. Quiere una oportunidad para estudiar y para apren- der varias habilidades". La madre del muchacho puso las manos en su frente y habló con un inglés mal pronunciado. "Cada día la comida está más cos- tosa", dijo la mujer. "La renta; nosotros pagamos más y más y esa ha sido nues- tra lucha por 14 años". Oren por ellos, dijo el obispo Rodríguez. "Como católicos tenemos que pedir al Señor una bendición para ellos", dijo. "Sabemos que viven en condiciones muy difíciles, que necesitan la ben- dición de Dios ahora más que nunca. Tenemos que estar más conscientes de la realidad que ellos enfrentan, y ser más conscientes de que ellos son nues- tros hermanos y que necesitan ayuda". Por mucho tiempo, voluntarios católicos del área metropolitana de Denver±han llevado la Misa a los campos de los llanos del Este de Colorado, donde los trabajadores inmigrantes son un componente esencial para la economía. La Misa del pasado 24 de septiembre iba a ser celebrada origi- nalmente en el campo, pero debido a la lluvia tuvo que moverse a la iglesia Saint Nicholas. "Es la primera vez que tenemos a un Obispo celebrando Misa", dijo Marie Ramos Beeler, una voluntaria del minis- terio de inmigrantes de la parroquia Spirit of Christ en Arvada. Beeler, junto con otros volunta- rios, van una o dos veces por semana a llevar comida, ropa, sábanas, frazadas, ventiladores y otras donaciones. Este ministerio recibe donaciones de los parroquianos y de lugares como Panera Bread y Costco. "¿Los católicos hacemos lo sufi ciente para ayudar?" se preguntó Beeler, y luego añadió: "Yo pensaba que no, hasta que me reuní con el obispo Rodríguez en julio. Desde esa reunión ha sido maravilloso; él ha estado en el campo con nosotros, visitando a los inmigran- tes y yendo a sus casas. Ha dicho que quiere estar más involucrado en esta comunidad y hacer que la Iglesia en Colorado también lo esté". A Beeler le preocupa que mucha gente en Colorado no aprecia a los tra- bajadores inmigrantes sino hasta que se van y ya no pueden regresar al país. "El otro día hablé con un granjero de esta zona, quien puso un anuncio en el periódico local durante dos meses, para contratar ayuda en la granja, y no obtuvo absolutamente ninguna res- puesta", comentó Beeler. "No conozco ningún americano que pueda hacer lo que hace esta gente. Durante el verano todo lo que hago aquí es entrar y salir con mi camión para repartirles comidas y siempre termino exhausto. No puedo imaginar cómo ellos trabajan bajo 90 grados Fahrenheit", dijo el granjero. Según Beeler, desde las últimas elec- ciones presidenciales, los inmigrantes se han escondido más. "Aquí la gente tiene mucho miedo", dijo. "Ellos han comenzado a cubrir sus ventanas. Cuando el actual presidente fue elegido, no abrían las puertas porque tenían mucho miedo". Según un inmigrante de la zona, muchos de sus compañeros prefi rieron no ir a la Misa con el Obispo "porque tenían miedo a ser deportados". Beeler y otros voluntarios han escuchado toda la controversia que tiene que ver con el status legal de la mayoría de los inmigrantes. Ellos no están dispuestos a un debate político. Los inmigrantes viven y trabajan aquí independientemente de si les gusta o no. Muchos de ellos son católicos. Todos son seres humanos. "Como católicos necesitamos tra- tarlos como nosotros quisiéramos ser tratados", dijo Beeler. "Ellos son hijos de Dios, así como nosotros también lo somos", concluyó. Traducido del original en inglés por Carmen Elena Villa. INMIGRANTES QUE TRABAJAN EL CAMPO: ¡NO ESTÁN SOLOS! OCTUBRE-NOVIEMBRE 2017 | DENVER CATHOLIC EN ESPAÑOL "Ellos (los inmigrantes) deben sentir todo el tiempo que no están solos. Que Dios está con ellos en cualquier difi cultad que tengan", dijo el obispo Rodríguez. FOTOS DE BRANDON YOUNG | DENVER CATHOLIC El obispo Rodríguez, celebrando la Misa para los inmigrantes que trabajan el campo en la parroquia Saint Nicholas en Platteville.