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4 AGOSTO-SEPTIEMBRE 2017 | DENVER CATHOLIC EN ESPAÑOL Nuestra Iglesia POR PADRE GILBERTO GÓMEZ COLABORACIÓN ESPECIAL MEDELLÍN, C OLOMBIA U na buena noticia, muy espe- rada, el Papa Francisco viene a visitarnos. Es la tercera vez que un Romano Pontífi ce llega de visita a Colombia. Todavía recordamos la visita del Papa Pablo VI, durante tres días en agosto de 1968. No solo fue la primera visita de un papa a Colombia, sino también a América Latina. En el contexto de un Congreso Eucarístico Internacional y también con motivo de celebrarse la Segunda Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe. Ahí nació el CELAM (Consejo Episcopal Latinoame- ricano) un organismo que ha prestado grandes servicios a la Iglesia en este con- tinente. Las multitudes lo aplaudieron y pudieron escuchar sus mensajes. Se recuerda con especialidad la ordenación de varios sacerdotes y la celebración del matrimonio de 24 parejas. En sus mensajes el Papa Pablo VI insistió en la necesidad de promover la justicia social, especialmente con las clases campesinas, como la manera más efi caz de luchar contra la violencia. El sábado 24 de agosto se despidió con estas palabras: "No te decimos adiós, Colombia, porque te llevamos más que nunca en el corazón". El segundo Papa que vino a visitarnos fue quien hoy llamamos San Juan Pablo II, en julio de 1986, durante siete días, que todavía recordamos como los "siete días blancos", visitó seis grandes ciu- dades (Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Car- tagena y Barranquilla), tres ciudades menores (Popayán, Chiquinquirá y Tumaco) y el sitio donde se levantaba una gran cruz para recordar lo que hasta hacía poco tiempo fue una población fl oreciente llamada Armero, destruida por una inundación que el país recordaba con pavor. El Papa Juan Pablo llegó en un momento en el que el país sufría los rigo- res de la actividad guerrillera por todas partes, estaba todavía fresco en la mente de los colombianos el doloroso episodio de la toma del Palacio de Justicia por un grupo guerrillero aliado del narcotrá- fi co, que ya hacía sentir su poder en todo Colombia. El país necesitaba la palabra del Papa para recuperar la esperanza. Sus mensajes fueron numerosos, para iluminar el quehacer de los cristianos en un mundo convulsionado. Se recuerdan el llamado que dirigió a los guerrilleros, para que dejaran las armas y cuando llamó la atención acerca del narcotráfi co, al que califi có como una nueva forma de esclavitud. Sus mensajes mantienen hoy para Colombia toda su vigencia. Y por eso llega el Papa Francisco. No llega en un momento feliz para Colom- bia pero sí cuando más lo necesitamos. Los obispos colombianos resumen así la situación que vive nuestro país: "Colombia vive una terrible ruptura, consecuencia de tantos años de violencia e innumerables hechos contra la digni- dad humana. Constatamos que vivimos en una nación que ha perdido su con- fi anza en ella misma, que está dividida y enfrentada. No se mira con misericordia, y, por el contrario, insiste en sus fracasos y proyectos de reformas institucionales malogradas. Por esa razón considera- mos, como señala el documento "Cri- terios para la visita apostólica del Papa Francisco a Colombia", que este viaje debe verse como un "momento de gracia, alegría y esperanza para todo el país". La visión de los obispos colombianos no es pesimista. Es muy realista. Todos los colombianos anhelamos la paz. No queremos ya más guerras ni guerrillas. Pero estamos seguros de que no todos los caminos conducen a la paz. Eso lo saben los colombianos. Y una parte considera- ble de nuestra población desconfía de que la paz se consiga por la fi rma e implemen- tación de un acuerdo convenido entre la guerrilla de las Farc y un grupo de funcio- narios ofi ciales en nombre del Gobierno, que establece la impunidad para respon- sables de crímenes atroces, que desconfía de que las armas sí se hayan entregado, de que no ve esperanza de que los niños secuestrados y reclutados regresen a sus hogares. Desconfi anza ante el enorme poderío económico que representa para las Farc el cultivo creciente de coca y la producción de cocaína. Por eso los Obispos colombianos recuerdan a sus fi eles que la venida del Papa no es un "acontecimiento político" sino un hecho "pastoral y evangelizador". MONSEÑOR JESÚS EMILIO JARAMILLO Primer obispo de Arauca, muerto a manos del grupo guerrillero ELN en 1989. Nacido en un pequeño pueblo llamado Santo Domingo, en 1916, religioso de los Hermanos Misioneros de Yarumal, - congregación de la que fue también superior general- trabajó por su diócesis con la promoción de las vocaciones sacerdotales y la construcción de escuelas y hospitales. Eran tiempos difíciles para la Iglesia. La mala interpretación del Concilio Vaticano II y la confusión por la presencia de ideas marxistas hizo que muchos religiosos descuidaran su vida espiritual. Muchos sacerdotes terminaron incluso reclutándose voluntariamente en grupos guerrilleros. Monseñor Jaramillo tenía una gran preocupación por lo social, pero para él nada tenía sentido sino estaba iluminado por la luz del Evangelio. Su evangelización molestó a guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que lo torturaron y asesinaron cuando desarrollaba sus obras pastorales en la zona rural del municipio de Arauquita. VISITA DEL PAPA A COLOMBIA | FUTUROS BEATOS PADRE PEDRO MARÍA RAMÍREZ Más conocido como "el mártir de Armero", nació en el municipio de La Plata, Colombia en 1899. Fue asesinado en la plaza principal de Armero, ciudad que en 1985 fue arrasada por una avalancha que la borró del mapa. Colombia vivía en la época de la violencia bipartidista que se agudizó el 9 de abril de 1948 cuando estalló una revolución ocasionada por el asesi- nato del candidato a la presidencia de la república²Jorge Eliecer Gaitán. Simpatizantes de Gaitán apoyaron una revuelta que llegó a diferentes lugares del país, entre ellos Armero, que era en su mayoría liberal, pedía la caída del gobierno conservador y acusaba a la Iglesia de tomar par- tido a favor del conservadurismo. A pesar de ello el padre Ramírez se negó a huir. El 10 de abril, al llegar a su casa sintió los gritos y se refugió en la iglesia. Al día siguiente ofi ció su Misa matutina, dio la comunión, confesó y visitó a más de 170 conserva- dores detenidos en la cárcel. Ese mismo día unos habitantes de Armero lo sacaron del templo y lo mataron a machetazos. "Padre, perdónalos. Todo por Cristo", fueron sus últimas palabras mientras era golpeado. El Papa Francisco llegará a Colombia Con la alegría y el espíritu acogedor que los caracteriza, los colombianos se disponen a recibir al Papa Francisco del 6 al 10 de septiembre. FOTO DE LORNA CRUZ | CNA

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