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11 DENVER CATHOLIC EN ESPAÑOL | AGOSTO-SEPTIEMBRE 2017 Testimonio POR CARMEN ELENA VILLA E ra el 6 de abril de 2012 – Viernes Santo – cuando Andrea Polito, entonces con 26 años, estaba haciendo lo que muchos católicos hacen en este día sagrado: orando a los pies de la cruz. Andrea, enfermera de profesión y especialista en oncología pediátrica, compartió, en diálogo con Denver Catholic en español, que había tenido una experiencia en la oración que solo puede describir como un "momento profundo de gracia". "Estaba mirando a María Mag- dalena", cuenta, "y le pregunté al Señor '¿por qué de toda la gente que sanaste en tu ministerio solo ella llegó a estar al pie de la cruz?". "Y Él (Jesús) simplemente dijo: 'porque ella lo dejó todo y me siguió'". ¼ "Y yo solo pude decir instintivamente en ese momento: 'Ahí es donde quiero vivir, ahí es donde quiero estar'. Y Él me dijo 'Bien, entonces ven y sígueme'". Polito dijo que esta oración le sor- prendió: "Pensaba, ¡oh no!, que le había dicho a Jesús que quería ser religiosa y para ser sincera, me asusté". Pero a medida que ella rezaba más y más durante las siguientes semanas y meses, se dio cuenta de que lo que Dios le estaba pidiendo no era dejar el mundo como lo requeriría la vida religiosa: "Me sentí realmente convencida de mi tra- bajo, de la necesidad de la presencia Católica en el campo médico, que es un lugar secular. No experimenté ninguna paz al pensar en dejar el mundo". Por medio de conversaciones con un amigo, el padre John Nepil, quien luego se convirtió en su director espiritual, Andrea empezó a considerar la vocación a ser una virgen consagrada. DISCERNIMIENTO EN ORACIÓN Así esta joven comenzó un serio proceso de discernimiento y oración. "Durante varios años estudié, realicé un retiro de 30 días e hice una elección. Hablé con la arquidiócesis y esto fue lo que le dio más sentido a mi llamado", dice. El pasado 22 de julio en la fiesta de Santa María Magdalena, Andrea fue consagrada como virgen para la arqui- diócesis de Denver. El arzobispo Samuel Aquila celebró el rito de la consagración en la catedral basílica Immaculate Conception. La ceremonia contó con la presencia de 20 sacerdotes concelebrantes. La consagración de una virgen es uno de los sacramentales más antiguos en la Iglesia y el cual ha resurgido después del Concilio Vaticano II.¼En la Iglesia primi- tiva, antes de que existieran las órdenes religiosas, muchas mujeres consagraban su virginidad al Señor para dedicarse a tiempo completo a la evangelización.¼ La virgen consagrada vive en medio del mundo, en unión íntima con Dios, ofreciendo el don de su virginidad física a Cristo como signo de la donación total de su vida entera a Él. No se le dice "her- mana", viste de manera seglar, reca- tada, le debe obediencia al obispo local y lleva un anillo como símbolo de este compromiso. De acuerdo con la Asociación de Vírgenes Consagradas en los Estados Unidos, en el mundo hay aproximada- mente 3 mil mujeres que viven en este estado de vida. 235 viven en este país. En la arquidiócesis de Denver hay seis vírgenes consagradas. Solo para Cristo Andrea Polito fue admitida en la orden de las vírgenes Pensaba, ¡oh no!, que le había dicho a Jesús que quería ser religiosa y para ser sincera, me asusté". ANDREA POLITO " Andrea Polito, de 31 años, escucha atenta la homilía del Arzobispo el pasado 22 de julio en la fiesta de María Magdalena. JOSHUA PAUL PHOTOGRAPHY "UN DÍA DE GRAN ALEGRÍA" El rito de la consagración comenzó con el llamado a la candidata, luego de la lectura del Evangelio. Andrea, con un cirio en su mano, se acercó al altar mientras el coro cantó "Vírgenes pru- dentes, preparad vuestras lámparas: Ya llega el Esposo, salid a su encuentro". "Te estás comprometiendo perma- nentemente con el Señor, y donándote completamente a Él", dijo el Arzobispo en su homilía. "Si realmente deseas la felicidad y la alegría, debes pertenecer a Cristo y solo a Él". "Este es el deseo más profundo del Señor para ti Andrea y para cada cristiano". Después el Arzobispo interrogó a Andrea acerca de su disposición de aceptar la consagración como esposa de Cristo, y luego, de manera similar al sacramento de la santa orden y la profe- sión o votos religiosos, Andrea se postró en el suelo mientras los fieles le pedían a los santos interceder por ella. ¼ Luego Andrea puso sus manos en las del Arzobispo: "Padre, recibe, mi pro- pósito de castidad perfecta y mi deter- minación de seguir a Cristo", le dijo. El Arzobispo pronunció así la oración de consagración y luego, la nueva virgen consagrada recibió el libro de la Liturgia de las Horas, así como el anillo que sim- boliza su matrimonio místico con Cristo. Andrea asegura que el momento culmen de su consagración fue cuando ella estaba arrodillada delante del Arzobispo con sus manos en las suyas: "experimenté que tengo un padre en la arquidiócesis, y que yo era hija de la arquidiócesis, fue realmente hermoso". LLAMADO A DENVER Andrea hoy tiene 31 años, es origi- nal de San Diego, California. Estudió enfermería en la Franciscan University of Steubenville en Ohio y luego se mudó a Washington, DC para empezar su tra- bajo como enfermera pediátrica. En el año 2010 se mudó a Denver. Estaba sin trabajo y en su interior algo le decía que debía vivir en Colorado. "Al principio fue una decisión terri- ble", confesó. Llegó en pleno invierno, algo difícil para una californiana. Le tomó cuatro meses encontrar un tra- bajo. "Pero el Señor definitivamente provee", dijo luego con convicción. "Obviamente, veo en retrospectiva por qué Dios me llamó aquí. Fue por el bien de esta vocación, por el bien de la misión aquí en Denver", concluye.