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EL PUEBLO CATÓLICO AGOSTO 2016 7 NUESTRA IGLESIA La Santa Sede declaró venerable a monseñor Alfonso Gallegos Por Carmen Elena Villa Al obispo Alfonso Gallegos (1931 – 1991) le encantaba vi- sitar los campos de inmigran- tes de California y le decía a su conductor Raúl Zapata: "Vamos a ver qué necesidades tiene la gente". Así, con su camisa gua- yabera blanca, iba a compartir con estas comunidades. "Era muy alegre", recuerda Zapata en diálogo con El Pueblo Católico. Dicen quienes lo conocieron que su oficina en la cancillería de la diócesis de Sacramento era el lugar que menos frecuen- taba. En cambio, le encantaba visitar los barrios más margina- dos, así como las comunidades de inmigrantes y las familias de amigos que siempre le pedían su ayuda pastoral y espiritual. El Vaticano lo declaró venera- ble el pasado 8 de julio. Esto sig- nifica que el Papa ha aprobado el decreto en el cual se certifica que ha vivido heroicamente sus virtudes. Ahora solo hará falta que se apruebe un milagro para que el obispo Alfonso sea beato. Father Al, como le decían ca- riñosamente, no tenía miedo de andar por los lugares más peli- grosos, primero de Los Ángeles y luego de Sacramento. De ha- blar con los jóvenes pandilleros, convencerlos de que estudiasen una carrera y ayudarlos a bus- car los recursos para que pu- dieran hacerlo. Era amigo de los low-riders, les bendecía sus ca- rros y les transmitía esa alegría que brota del encuentro con Jesús en la oración y la vivencia del Evangelio. Humberto Lozano fue uno de los que se sintió acompañado y querido por este pastor. Creció en Watts, uno de los barrios más violentos de Los Ángeles debi- do a los conflictos entre ban- das de inmigrantes hispanos y afroamericanos. "Eran tiempos difíciles…, varios amigos falle- cieron", recuerda algo pensati- vo. "Muchas veces yo tenía que correr de la escuela a la casa porque las bandas nos perse- guían. Brincaba una y otra cerca para ponerme a salvo", confiesa Lozano. Y aseguró que conocer al entonces Padre Alfonso "fue lo mejor que me pudo pasar en la vida". "Con él me sentía a salvo. Le dio esperanza a mi juventud". Hoy Lozano lleva 20 años sir- viendo como policía. "Decidí hacer eso porque Padre Alfonso me motivó a ayudar a la gen- te", cuenta. Por ello quiso lla- mar a su segundo hijo Alfonso, quien nació al año siguiente de la muerte de este recordado obispo. Su vida Alfonso Gallegos nació en Al- buquerque (Nuevo México) en 1931. Pertenecía a la cuarta ge- neración de inmigrantes mexi- canos. Tuvo diez hermanos, uno de ellos (Eloy) su mellizo. Nació con una miopía severa que lo llevó a correr constante- mente el riesgo de quedar ciego. Creció en el sector de Watts. Allí asistía a la Iglesia de San Miguel donde servía como monagui- llo y donde comenzó a sentirse atraído por la vocación al sacer- docio en la comunidad de los agustinos recoletos. Sin embargo, su miopía cau- saba grandes dudas en la con- gregación sobre si sería apto para ejercer su ministerio, pero una cirugía le ayudó a dismi- nuir el problema y además, con su perseverancia y buen espíri- tu, Alfonso fue admitido. El jo- ven religioso fue dispensado de rezar la Liturgia de las Horas por su incapacidad para leer letras pequeñas. En cambio, partici- paba de las oraciones comuni- tarias e intensificaba el rezo del rosario. Así, profesó en 1951 co- mo agustino recoleto y en 1958 fue ordenado sacerdote. En su ministerio le fueron asignadas algunas misiones co- mo maestro de novicios, donde se destacó por amar, orientar y apostar por los jóvenes religio- sos; luego pasó a ser párroco de San Miguel, aquella iglesia de Watts que frecuentaba siendo niño, y después fue nombrado párroco de Cristo Rey, que fue construida para la población hispana en Los Ángeles. En 1979 fue nombrado di- rector de asuntos hispanos en la Conferencia de Obispos Ca- tólicos de California, razón por la cual se mudó a su capital, Sacramento. Allí fue nombra- do párroco de Nuestra Señora de Guadalupe donde fundó un centro para servir a la comuni- dad más grande de mexicanos presente en esta ciudad. Unas tres mil personas asistían a la misa dominical y llegó a ser la parroquia más concurrida de la diócesis. En 1981 lo llamó el obispo de Sacramento Francis Quinn para decirle que Juan Pablo II lo ha- bía nombrado obispo de esta diócesis. Él aceptó con sorpre- sa, obediencia y humildad este nombramiento: "Tan pronto respondí a la voluntad de Dios vino una calma sobre mí", com- partió en una carta a Francis E. Peluso, prior provincial de los agustinos recoletos. A Alfonso se le conocía como el "Obispo del barrio". Así titula su biografía, escrita por John Oldfield en la que narra cómo el pastor servía a su diócesis por medio de ese contacto personal con su grey. Juanita Patterson fue otra de las tantas fieles que experimen- tó la guía y la paternidad del Padre y luego Obispo Alfonso, quien fue muy amigo de su fa- milia. "Muchas veces fui a bus- carlo al aeropuerto y él llevaba todo su equipaje en un peque- ño maletín", recuerda Juanita. "A veces se iba por varias semanas y yo le preguntaba: «¿No tienes otra maleta?». Y me decía «no, eso es todo»". Raúl Zapata, por su parte, recuerda que una vez venía del norte de California con el Obis- po. Eran las 11 de la noche y empezó a llover fuerte. "Yo con- ducía con mucho cuidado por- que ya era tarde y él, en medio del cansancio solo decía «¡qué bonita agua!». No le gustaba quejarse. Aprendí mucho de él. No discriminaba, miraba a la gente que tenía hambre o que necesitaba algo para pasar la noche y él les preparaba sánd- wiches a quienes le tocaban la puerta de la Iglesia. El día de Acción de Gracias repartía ca- jas con comida y regalos a las familias". Y fue en su servicio a Dios donde el Obispo Alfonso en- contró la muerte el 6 de octu- bre de 1991 cuando, después de administrar el sacramento de la Confirmación en una pa- rroquia en Gridley, el motor de su automóvil dejó de funcionar. El obispo se bajó en plena auto- pista para empujar el vehículo, pero otro carro lo atropelló y él murió de manera instantánea. Tenía 60 años. El entonces Arzobispo de Los Ángeles, hoy cardenal Roger Mahony, fue quien dio la homi- lía en inglés y español durante su funeral. Lo destacó como "un hombre amable, un sacerdote amoroso, un obispo cuidadoso que ahora ha escuchado estas palabras de Jesús: "¡Ven, tú tie- nes la bendición de mi Padre! ¡Toma la herencia de este reino que he preparado para ti!". Mu- chos low-riders hispanos hicie- ron una guardia de honor en las calles por donde pasó su cortejo fúnebre. Hoy su cuerpo descansa en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Sacramento. Cientos de personas llegan de diferentes lugares, le dejan fo- tos y notitas con peticiones pa- ra que interceda por ellos ante Dios o agradecimientos por los favores recibidos. "Recuerdo que cuando fue nombrado obispo eligió como lema «Ámense los unos a los otros» (Jn 4, 7)", cuenta su ami- ga Juanita Patterson. "Él vivió realmente este lema", concluye. Por su parte, Raúl Zapata asegu- ra: "Yo lo veía como una perso- na muy dedicada al sacerdocio. Vivía como Dios quiere que uno viva en la tierra". "Obispo del barrio" en California, camino a los altares Madre Teresa, próximamente santa El próximo 4 de septiembre el Papa Francisco canonizará a la Madre Teresa de Calcuta en el Vaticano. Para las her- manas Misioneras de la Ca- ridad, congregación fundada por ella, "la canonización de la Madre Teresa nos invita a mirarla como a una heroína, un modelo sobresaliente de la vida cristiana", dicen en su página web. Asimismo, destacaron el hecho de que la canonización se realice durante el Jubileo de la Misericordia, "en particular durante la celebración del Ju- bileo de los trabajadores y vo- luntarios de la misericordia". "Todo el pontificado del Papa Francisco está marcado por la atención y el amor por los últimos, los más insignifi- cantes y los extraviados, por los marginados, los que están en la periferia de la existen- cia humana -los más pobres de los pobres. Qué apropia- do entonces, tener a la Ma- dre Teresa para ser, incluso pudiéramos decir, ¡la santa de este Jubileo!", expresaron. Por este motivo las herma- nas Misioneras de la Caridad presentes en Denver están or- ganizando en su comunidad y en la parroquia Saint Joseph varias celebraciones para el próximo mes. (Ver página 15) Vea en nuestra próxima edi- ción más información sobre la vida de la Madre Teresa y sobre el milagro con el que fue apro- bada su canonización. FOTO PROVISTA Alfonso Gallegos fue nombrado Obispo auxiliar de Sacramento en 1981 por el Papa Juan Pablo II. FOTO DE KATE VEIK /CNA

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