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EL PUEBLO CATÓLICO MARZO 2016 3 TU IGLESIA TE RESPONDE 1300 S. CO. 80210. Villa de la CO 80210, ESTA PREGUNTA NOS LA REALIZÓ EL LECTOR PATRICIO ESPINOZA A TRAVÉS DE NUESTRA PÁGINA WEB. L a prohibición de consumir ciertos alimentos es algo habitual en la inmensa mayoría de las sectas. La dieta de las sectas no viene provo- cada por razones higiénicas o culturales, como es el caso del judaísmo o del islam, sino que es consecuencia directa de una política de sus dirigentes, encaminada a conseguir que el adepto adquiera una identidad claramente diferenciada. A ello se debe que haya prescripciones dietéticas en los mormones, los adventistas, los testigos de Jehová y en prácticamente todas las sectas orientalistas. Pocas cosas sirven mejor para marcar distancias que la diferencia en la dieta o en la manera de vestir. El Antiguo Testamento no prohíbe a los no - judíos nin- gún alimento: El Antiguo Testa- mento establece una diferencia evidente entre los hijos de Israel y el resto de la humani- dad. Ciertamente, los primeros se hallan sometidos (a partir de Moisés) a una dieta que se ha denominado convencio- nalmente levítica, en la que no sólo entra en juego la prohibi- ción de ciertos alimentos, sino también de ciertas formas de sacrificarlos y cocinarles. Ahora bien, para el no-judío, o sea, el no adepto no existía nin- guna obligatoriedad de guardar esas normas dietéticas. Como dice Dt 14,21, incluso podían comer animales que no habían sido sacrificados ritualmente y que, por tanto, resultaban im- puros por estar sin desangrar. Jesús declaró puros todos los alimentos: Pablo nos ha trans- mitido la clara convicción de la Iglesia primitiva de que Cristo había nacido bajo la ley y la ha- bía cumplido para rescatarnos de la misma: "Al llegar la pleni- tud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley y para que recibiéramos la filiación adoptiva" (Gal 4,4-5). Por lo tanto, el que Jesús cum- pliera con las leyes dietéticas de la ley de Moisés está fuera de discusión; como también lo está el que ciertamente fue circunci- dado y el que celebró las fiestas judías. Ahora bien, lo que sí es evidente es que Jesús se preocu- pó de marcar los senderos por los que discurrirá con posteriori- dad la Iglesia apostólica; y entre ellos se hallaba el de la emanci- pación de la ley de Moisés, que no tenía sentido teológico tras su venida. Que esto incluía abolir las distinciones entre alimentos puros e impuros se desprende de los mismos evangelios: "Lue- go llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchadme bien todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, cuando entra en él, pueda convertirlo en impuro. Lo que sale del hombre es lo que hace impuro al hom- bre. El que tenga oídos para oír que oiga». Y luego, tras retirarse de la gente, cuando entró en casa le preguntaron sus discípu- los sobre la parábola. Él les dijo: «¿Tampoco vosotros lo enten- déis? ¿No comprendéis que todo lo que entra en el hombre desde fuera no puede hacerle impu- ro, porque no penetra en su corazón, sino en el vientre y va a dar en el retrete?» Así declaraba puros todos los alimentos. Y añadía: Lo que sale del hombre es lo que hace impuro al hom- bre" (Mc 7,14-20). Los apóstoles enseñaron que los cristianos podían tomar to- dos los alimentos: "Al día siguien - te, mientras iban de camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la terraza para hacer oración. Le dio hambre y sintió deseos de comer algo. Mientras se lo preparaban le sobrevino un éxtasis y vio los cielos abiertos y una cosa que se asemejaba a un gran lienzo que descendía hasta la tierra, atada por sus cuatro extremos. En su interior había todo tipo de animales de cuatro patas, reptiles de la tierra y aves del cielo. Y una voz le dijo: «Levántate, Pedro, mata y come». Pedro respondió: «De ninguna manera, Señor; jamás he comido nada profano e impuro». La voz le dijo por segunda vez: «Lo que Dios ha purificado no lo llames profano». Aquello se repitió por tres veces e inmediatamente la cosa fue elevada hacia el cielo" (Hech 10,9-16). La abstinencia y el ayuno, por otra parte, son sanas cos- tumbres bíblicas practicadas en el Antiguo y Nuevo Testamento que seguimos los católicos a ejemplo de Jesús y los Apósto- les – durante la Cuaresma y a lo largo del año. Agradecemos a Monseñor Jorge de los Santos por su respuesta. Cualquier inquietud, puede escribir a elpueblo@archden.org, nuestra página web www.elpue- blocatolico.com o nuestro sitio en Facebook El Pueblo Católico. ¿Considera La Biblia algún alimento impuro?

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