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EL PUEBLO CATÓLICO MAYO 2015 2 Las Madres y el corazón de Dios A l acercarse el día de la madre, quiero agradecer a todas las mamás y rendirles homenaje por las muchas ma- neras en las que nos muestran a Dios y enriquecen a nuestra Iglesia y a nuestra sociedad con sus dones tan únicos. La manera principal en la que Dios se ha revelado a nosotros a través de las Sagradas Escrituras es como "Padre" y esto se ve especialmente en los Evangelios, donde Jesús busca cumplir la voluntad del Padre, y es el verda- dero "rostro del Padre". Pero también sabemos que Dios creó a Eva y que ella refl eja su imagen y semejanza, en maneras muy diversas a las de Adán. La Iglesia enseña que María es la Nueva Eva, quien con su obediencia obtuvo para toda la humanidad, el gran don de la salvación a través del Verbo hecho carne, Jesucristo. Hablando sobre su experiencia respecto a los dones de las muje- res, el Papa Francisco dijo en su Mensaje por el Día Internacional de la Mujer 2015, que ellas "nos transmiten la capacidad de comprender el mun- do con ojos diversos, de sentir las cosas con co- razón más creativo, más paciente, más tierno". Espero que ésta haya sido tu experiencia con tu propia madre; pero incluso si tu re- lación con ella no ha sido para nada ideal, tu madre es quien te trajo al mundo; y ten la certeza que Jesús, desde la Cruz, hizo de María la madre es- piritual de todo creyente, cuando se la entregó como madre a su discípulo amado, Juan. Además, hay muchas mujeres santas que pueden servir como modelo de maternidad. El 29 de abril hemos celebrado la fi esta de Santa Catalina de Siena, quien hizo grandes contribucio- nes a las enseñanzas de la Iglesia sobre la oración y fue nombrada Doctora de la Iglesia por el Papa Pablo VI en 1970. Además de sus dones teológicos, la vida de Santa Catalina es un verdadero testimonio de cómo ella tuvo ese corazón femenino que el Papa Francisco ensalza. Santa Catalina es un ejemplo que brilla por su apertura natural de mujer ante las realidades es- pirituales. Para ella, Cristo era su esposo, con quien tenía una re- lación íntima y fi el. De hecho, su biógrafo, el Padre Raymond de Capua cuenta que ella tuvo una visión en la que la Virgen María se apareció a ella junto con Jesús. En dicha visión, Nuestra Señora tomó el dedo de Catalina y se lo presentó a Cristo, quien puso un hermoso anillo en su dedo diciendo: "Yo, tu Creador y Salva- dor, me caso contigo en la fe, que conservarás siempre pura hasta que celebres conmigo en el cielo tus nupcias eternas". El anillo só- lo era visible para Catalina y para nadie más. Cada cristiano está llamado a una relación íntima con cada una de las personas de la Santísima Trinidad, tal como lo hizo Santa Catalina. Santa Catalina también se dedicó a ayudar a remediar situaciones difíciles. En 1375 por ejemplo, convenció a los líderes de distintas ciudades italianas a no sumarse a la revuelta contra el Papa Gregorio XI, quien en- tonces estaba ubicado en Avig- non, Francia. Más tarde, cuando el Papa Urbano VI fue elegido como el siguiente pontífi ce, ella pudo establecer la paz entre los revolucionarios y la Santa Sede, a pesar de las amenazas en con- tra de su vida. Tal como nuestra Santa Madre, quien alentó a Jesús a realizar su primer milagro en las Bodas de Caná, Santa Catalina también empleó su creatividad para hacer crecer el Reino de Dios. En 1378 la Iglesia en Occidente estaba dividida en dos, cuando por un lado en Avignon los cardenales eligieron a Clemente VII como Pa- pa, y cuando por otro lado en Roma, un gru- po de cardenales eligió legítimamente al Papa Urbano VI. Santa Cata- lina escribió cartas a los príncipes y líderes de Europa para convencerlos de apoyar a Urbano VI, mientras que al mismo tiempo escribió al Santo Padre pidiendo que controle su carácter y no sea arrogante. Increíblemente, la respuesta del Papa fue invitarla a Roma para que ella lo aconsejara. Las madres, ya sean biológicas o espirituales, hacen mucho al traer la tierna misericordia, creatividad y paz de Dios en el mundo. Mi propia madre fue una mujer fuerte que tuvo una única relación con el Señor, que se veía manifestada especial- mente en su profundo amor por el Sagrado Corazón de Jesús. Ella me transmitió ese amor a mí. De niño y especialmente ya de adulto, la veía en silente oración con el Señor. Incluso durante el largo tiempo que sufrió por el cáncer, era claro que tenía una profunda paz que era sostenida por su profunda fe. En el mundo de hoy, las madres necesitan el apoyo de los padres, de los hijos, de los ami- gos y de la familia. Al celebrar el gran don que cada una de ellas es, pido a todos que recemos por las madres –vivas y las que ya fallecieron-, que les mostremos nuestro amor y que busquemos imitar aquellos dones, que nos refl ejan el corazón de Dios. ¡Que Dios bendiga a todas las madres y las llene de su paz! POR EL EXMO. MONSEÑOR SAMUEL J. AQUILA El Pueblo C A T Ó L I C O Directora General: Karna Swanson Editora interina: Carmen Elena Villa EL PUEBLO CATÓLICO, periódico en español de la Arquidiócesis de Denver, 1300 S. Steele St., Denver, CO 80210, Teléfono 303-715-3219, Fax 303-715-2045, E-mail: elpueblo@archden.org Por Adriana Rodarte* El próximo 23 de mayo la Igle- sia celebrará la solemnidad de Pentecostés. La venida del Es- píritu Santo sobre María y los apóstoles. Pentecostés es una palabra de origen griego que signifi ca cin- cuenta. Los judíos celebraban la fi esta de las siete semanas (Ex 34, 22), donde daban gra- cias a Dios por las cosechas, es decir, daban gracias por el fru- to nacido de la tierra. Después cambiaron el signifi cado, para dar gracias por la ley entregada a Moisés en el Sinaí, la Alianza del Antiguo Testamento, don- de Dios se compromete a estar con su pueblo siempre y ellos a cumplir los mandamientos. Jesús en la Última Cena pro- mete enviar el Espíritu Santo para que esté con sus discípulos siempre. Ésta es la Alianza del Nuevo Testamento, cincuenta días después de la resurrección de Jesús: "E stando todos reu- nidos en un mismo lugar, de repente vino del cielo un ruido, como el de una ráfaga de vien- to impetuoso que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartie- ron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expre- sarse" (Hch 2, 1-4). Desde entonces la Iglesia Ca- tólica reconoce que el Espíritu Santo es quien guía su rumbo y, el de cada bautizado, sin impor- tar la época en nos haya tocado vivir. La fi esta de Pentecostés es una de las más grandes que celebra la Iglesia después de Navidad y Resurrección, pues reconocemos la venida del Es- píritu Santo sobre aquella pri- mera comunidad cristiana, la cual infundió en ellos los dones y carismas necesarios para per- severar en la verdad, llevar a ca- bo la misión encomendada por Jesús, de ser testigos, ir, bautizar y enseñar a todas las naciones (Jn 14,15). Esto es lo que conmemora- mos en Pentecostés, que el mis- mo Espíritu de hace 2000 años es el que se sigue posando el día de hoy en cada miembro de la Iglesia para llevarnos a Dios y asimilar nuestras vidas coti- dianas como obras del Espíritu Santo al servicio del prójimo. La fi esta de Pentecostés es una ocasión en que los católicos tenemos la oportunidad de re- vivir nuestra relación con Dios, gozarnos el fruto de la Pascua que hay en nuestros corazones por la felicidad de saber que Cristo resucitó en mí, que soy tan amado por Dios, que puedo vivir la experiencia de la venida del Espíritu Santo. Pentecostés es fi esta para to- da la Iglesia, pues sea cual sea el ministerio en el que sirvo o el movimiento al que pertenez- co, es el Espíritu Santo el que inspira cada obra dentro de la Iglesia. Antes que pertenecer a cualquier apostolado o movi- miento eclesial, soy miembro de la familia de Dios. La Renovación Carismáti- ca Católica es un movimiento donde se proclama el poder del Espíritu Santo, se promue- ve y fomenta la experiencia de Pentecostés como gracia actual para la Iglesia de nuestros tiem- pos, reconocemos que no pode- mos estar aislados de la Iglesia; como movimiento carismático algunos de nuestros compro- misos son: • Servir a Dios en la Iglesia Ca- tólica, teniendo como misión principal evangelizar con el poder del Espíritu Santo. • Motivar y vivir con fervor la renovación del Espíritu en todos lados, nuestra familia, trabajo, vecindario, etc. • Promover la unidad en comu- nidad sometiéndonos a las le- yes eclesiales y a la autoridad del magisterio. Por lo tanto, Pentecostés es una celebración que se debe realizar en conjunto con la co- munidad de todo bautizado, pues el Espíritu Santo nos inspi- ra a todos. ¿Cómo lograr esto? Dejando que el Espíritu Santo se pose en nuestros corazones y actué con los dones y carismas con los que fuimos sellados el día de nues- tro bautismo. Fortalecidos en la confi rmación y alimentados con la Sagrada Eucaristía, viva- mos un domingo de Pentecos- tés reconociendo que el Espíritu Santo está con nosotros hasta el fi n del mundo, y hagamos nues- tro el fruto de la promesa de la Nueva Alianza, prometido por Jesús y recibido por aquella pri- mera comunidad reunida el día de Pentecostés, que también es para la Iglesia de hoy. *Integrante del Movimiento de la Renovación Carismática Católica Pentecostés, una fi esta de toda la Iglesia FOTO DE HOPS 76 FLICKR La representación del Espíritu Santo en forma de paloma tiene su raíz en las Sagradas Escrituras: "He visto al Espíritu que baja- ba del cielo como una paloma y permanecía sobre Él" (Jn, 1. 32).

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