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EPC - Septiembre 2013

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EL PUEBLO CATÓLICO SETIEMBRE 2013 8 Por Mayé Agama y Lara Montoya 4 de la mañana del jueves 29 de agosto. El Aeropuerto internacional de Denver co- menzaba a recibir a fieles de distintas parroquias del Norte de Colorado, que iniciaban su aventura camino a la ciudad de México. El objetivo, visitar a la Morenita, Nuestra Señora de Guadalupe, guiados por el Arzobispo de Denver, Mons. Samuel J. Aquila. Esa misma noche, 160 per- sonas llegaron en distintos vuelos a la capital mexicana, llenos de expectativas, sueños y deseos. Y al día siguiente, lo primero fue dirigirse a la "Vi- lla", para encontrarse con la Virgen, que hace casi 500 años se le apareció a San Juan Diego en el cerro del Tepeyac. Llegados a la Villa Llenos de asombro, recogi- miento y gratitud, los peregri- nos ingresaron a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, que diariamente recibe a miles de fieles del mundo entero, y se ubicaron en la zona central para empezar la Misa. Desde sus lugares, asombrados, con - templaban la famosa Tilma: aquel pedazo de tela rústica en el que milagrosamente, hace cinco siglos, quedó impregna- da la imagen de Santa María de Guadalupe, generando la conversión de millones de per- sonas del nuevo mundo. Sin duda, esta vez siglos después, la Virgen también lograría la conversión de muchos de los peregrinos que desde Denver, habían llegado hasta sus pies. Hemos encontrado un tesoro El Evangelio de ese 30 de agosto, en que la Iglesia cele- braba la solemnidad de Santa Rosa de Lima, patrona de La- tinoamérica, no podía ser más elocuente. Se trataba del tesoro del Reino de los cielos. Mons. Aquila, quien presidió la ce- lebración Eucarística dijo que "Santa Rosa lo dejó todo para conseguir esa hermosa perla, ese gran tesoro que es Jesús". Y la Virgen de Guadalupe, aña- dió, "deseaba darlo a conocer a toda la gente de América. Hoy, Ella también quiere que en es- ta peregrinación encontremos la perla preciosa, y abramos nuestros corazones, entregan- do nuestras vidas completa- mente al Señor". La Misa fue concelebrada por Mons. Jorge De los Santos, Vicario para el Ministerio His- pano, el P. Mathew Book, Asis- tente personal del Arzobispo Aquila y el Padre Benito Her- nández, párroco de Our Lady of Guadalupe, Denver, además de otros sacerdotes del lugar. El P. Benito, quien por primera vez llegaba a la Basí- lica como sacerdote, dijo que "la experiencia más bonita y la más espiritual, fue poder encontrarme nuevamente con nuestra Madre, Nuestra Señora de Guadalupe, después de 10 años. Fue una oportunidad pa- ra renovar mi fe y descubrir la fe de todos los peregrinos que fuimos". La Misa, que destacó por su solemnidad, marcó propia- mente el inició de la peregri- nación. Y luego los peregrinos recorrieron toda la villa: La antigua basílica, la capilla de Adoración, la iglesia del pocito, la sala de juramentos, así como la Capilla del cerro, donde se apareció Santa María al indio Juan Diego. Para César Robles, joven pa- rroquiano de la Catedral de Denver, "las palabras que le dijo la Virgen a Juan Diego, se han quedado grabadas en mi memoria". Y este viaje "me ha ayudado a crecer más en mi fe y a acercarme a la Virgen". Por su parte, Luisa Collins, Directora de Noticias de Univi- sión Colorado, quien llegó con el grupo de peregrinos para hacer una serie de reportajes de televisión, también com- partió su experiencia de visitar la Basílica. "Estar ahí presente ante esa imagen tan increíble, me tocó el corazón. Recuerdo hablar con una persona muy buena en la Basílica que me di- jo que la Virgen te abraza. Y es verdad. A mí la Guadalupe me abrazó". El recorrido de los peregri- nos por la villa, fue acompa- ñado de oraciones que culmi- naron con el hermoso sonido de los pájaros que adornan la llegada al Tepeyac. Reconciliando el corazón El segundo día, los peregri- nos visitaron la majestuosa Ca- tedral de la Ciudad de México, rica en simbología y arte colo- nial. Las protestas y la huelga de los maestros que invadían la plaza principal, no impidieron que llegaran a su destino. Ade- más, se llevarían una hermosa sorpresa: Pocos días antes de la llegada del grupo de Denver a México, el Cardenal Norberto Rivera, Arzobispo Metropolita- no de la ciudad, había abierto la puerta santa de la Catedral, declarando un año santo para toda la arquidiócesis, y otor- gando la indulgencia plenaria a los peregrinos que cumplie- ran con las normas canónicas. Así pues, ingresaron a la Iglesia y se encontraron con el "altar del perdón", que según uno de los guías llamado Francisco, era muy significativo pues "lo primero que recibimos al en- trar a la Iglesia es el perdón de nuestros pecados; para luego llegar al altar mayor, donde se celebra la Eucaristía, en que Cristo se nos da y recibimos la vida verdadera". Los peregrinos no espera- ron más, y recurrieron al Ar- zobispo y a los 3 sacerdotes que acompañaban la peregri- nación. "Gracias a Dios tuve el privilegio de otorgar el sacra- mento de reconciliación y es- cuchar confesiones. Ése fue un gran don que me permitió ver cómo Dios estaba obrando en los corazones de los peniten- tes. Escuche confesiones muy hermosas", dijo el P. Benito. Otros peregrinos aprovecha- ron para visitar el hermoso edi- ficio. Y finalmente todos pasa- ron a una pequeña capillita al costado de la catedral. La Misa presidida por el Arzobispo fue muy simbólica para muchos peregrinos. La bulla de los manifestantes que rodeaban la catedral, era muy fuerte y casi acallaba las voces de los fieles. Pero "esta lucha me re- cordó mucho a nuestra vida cristiana", señaló Mary Cohen, miembro del staff de la Canci- llería que viajó para ayudar a los peregrinos. "En nuestro día a día tenemos que pelear con las voces del mundo que tratan de distraernos de lo esencial y alejarnos del Señor. Y en es- ta Misa tuvimos que gritar las respuestas de la Eucaristía. Al salir, después de recibir al Se- ñor, todos salimos con un aire de triunfo; habíamos vencido a las voces del exterior y ahora el Señor reinaba en nosotros". Tocados por la Virgen El domingo 1 de setiembre será recordado con gozo par- ticular por los peregrinos. La visita a la casa de Juan Diego y Bernardino (su tío) en Tulpet- lac, marcó a muchos de ellos. Se trataba del humilde lugar en que la Morenita se apareció al tío de Juan Diego, curándolo de una enfermedad mortal. El párroco del lugar dio la bienve- nida a los peregrinos con agua bendita. Y Mons. De los Santos, celebró la Misa. Alentó a todos a aprender a ser pequeños y humildes como Juan Diego, a quien María le pide que sea su embajador. "Dios escogió este pequeño lugar para conver- sión de los nativos y de todo el nuevo mundo, ahora somos nosotros invitados a caminar con humildad sobre los pasos de Juan Diego, para traer a Je- sús a todos; porque el que se humilla será exaltado". Cuál sería la sorpresa de los peregrinos al encontrar a la comunidad de hermanos y hermanas de San Juan Diego, quienes les dieron una caluro- sa acogida. El hermano César – que vive en Tulpletac desde ha- ce 21 años- dirigió la oración: "Venimos hacia Dios a través de nuestra Madre, quien nos repite hoy también '¿No estoy Yo aquí que soy tu Madre?' Ve- nimos a poner todas nuestras preocupaciones y deseos a los pies de Nuestra Señora. Y Ella quiere mostrarte el amor que tiene por ti. Por eso, los invito a todos a poner sus corazones en las manos de María, para que Ella se los presente a su Hijo". Después, cada peregrino bajó al lugar donde la Virgen se apa- reció, y vivió una experiencia inolvidable con las hermanas de San Juan Diego. "La visita me encantó. Me sentí tocada por la Virgen" di- jo Mary Cruz Ruiz de St. Mi- chael Archangel. "Cuando las hermanas de la Comunidad de San Juan Diego nos dieron la bendición, sentí que eran las propias manos de la Virgen que me tocaban. Me emocio- né mucho y pude rezar con Una hermosa aventura de Fe FOTO DE KARNA SWANSON 160 peregrinos participaron de esta aventura y regresaron a Denver con corazones renovados. En la Iglesia donde están los restos del Padre los fieles a defender su fe con valentía.

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