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4 ABRIL-MAYO 2025 | EL PUEBLO CATÓLICO Jesús enseña a sus discípulos, y nos enseña hoy, que las obras de misericordia decidirán, en última instancia, su destino eterno. Dice: "Entonces dirá el Rey a los de su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, reciban la heren- cia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer, tuve sed, y me dieron de beber, era forastero y me acogieron, estaba desnudo, y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y acudieron a mi'" (Mt 25, 34-36). Y advierte del infierno si fallamos en estas obras. La razón por la que estas obras de misericordia nos ayudan a llegar al cielo es porque están motivadas por el amor a Jesús y se realizan por él. El amor existe en la acción. No es un mero sentimiento y no madura si se queda solamente en afecto. El amor es un acto de la voluntad, para buscar el bien del otro. Nuestro amor a Dios debe impulsarnos a la acción, que puede expresarse a través de las obras de misericordia corporales. El papa Francisco ha prestado un gran ser- vicio a la Iglesia, recordándonos con frecuencia que Jesús nos llama a tener una "opción prefe- rencial por los pobres". Al servir a los pobres, ya sea de manera espiritual o material, debemos recordar que nuestra motivación proviene de las exigencias del evangelio y la caridad, no de la filantropía. El papa Francisco explica: "El pobre, cuando es amado, 'es estimado como de alto valor', y esto diferencia la auténtica opción por los pobres de cualquier ideología, de cualquier intento de utilizar a los pobres al servicio de intereses personales o políticos… Únicamente esto hará posible que los pobres, en cada comu- nidad cristiana, se sientan como en su casa. ¿No sería este estilo la más grande y eficaz presenta- ción de la buena nueva del Reino?". De la misma manera que Jesús nos llama a atender las necesidades materiales de los pobres, el evangelio exige que también aten- damos sus necesidades espirituales. Vemos a Jesús y a los apóstoles después de él enseñando, predicando, interpelando y acompañando a quienes se encuentran en el camino. Nosotros también estamos llamados a hacer lo mismo. Estamos llamados a predicar el evangelio y a guiar a otros al encuentro con Jesús porque los amamos. ¡Este es el amor al prójimo! Amamos a nuestro prójimo y servimos a los pobres porque Dios los ama primero, y nosotros amamos a Dios. Los invito a examinar nuestro amor al prójimo, especialmente a los pobres, al concluir la Cuaresma y al celebrar la Pascua. Háganse las siguientes preguntas y oren con ellas: 4