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2024_EPC_Diciembre-Enero

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8 DICIEMBRE 2024-ENERO 2025 | EL PUEBLO CATÓLICO "En él y por él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los herederos de su vida bienaventu- rada", concluye el párrafo. Parte de esta salva- ción implica que lleguemos a ser como niños – dependientes de un Padre confiable. ¿Qué significa esto? Tienes una dignidad tan grande que Dios eligió asumir la misma sustancia de la cual estás hecho, por frágil que sea. Y su medio de salvación comienza acercándose a nosotros y llevándonos a su Padre. La nueva encíclica del papa Francisco, Dilexit Nos, nos recuerda, "Cuando el Hijo se hizo hombre, todos los deseos y aspiraciones de su corazón humano se orientaban hacia el Padre. Si vemos cómo Cristo se refería al Padre podemos advertir esta fasci- nación de su corazón humano, esta perfecta y constante orientación al Padre. Su historia en esta tierra nuestra fue un caminar sintiendo en su corazón humano un llamado incesante de ir al Padre" (72). Esa cercanía al Padre es salvación. Este entendimiento de que el Niño Jesús vino en carne es una misión de rescate para salvar- nos a todos. ¡Qué consuelo! ¡Qué alegría! ¡Qué esperanza! Su venida nos otorga el regalo de la salvación y la oportunidad de estar unidos con un Dios que siempre está haciendo algo nuevo. Como nos recuerda el papa Benedicto XVI en Spe Salvi, "Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva" (2). Es un misterio profundo que el Creador del universo se haya humillado para convertirse en un bebé indefenso, dependiendo de los padres humanos para su cuidado y alimento. Esta humildad y cercanía, vistas en la cuna, preparan el escenario para su ministerio terrenal, que culmina en el sacrificio supremo en la Cruz. También debemos reconocer que la impor- tancia teológica de la Navidad se diluye por la comercialización de la temporada. Nuestros pensamientos sobre las cosas aumentan, con fiestas, dulces y regalos. ¿Es posible, entonces, aprovechar las comodidades de la temporada para meditar sobre la bondad de Dios? Fue Dios quien hizo todo lo que amamos o hizo a las per- sonas que hicieron las cosas que amamos. Así que, ya sea que te deleites con tu café favo- rito, el último juego de PlayStation 5, la sorpresa de una aurora boreal o el crujir de una chimenea, cada cosa es un regalo de Dios. Cada pedazo de la creación lleva las huellas, la marca, de la bondad del Creador. Cada regalo tiene un dador. Considera la calidez que sientes al abrir un regalo de alguien que se preocupa por ti. Esa alegría es una mera sombra del inmenso Al final, todas las decoraciones, las luces y los regalos apuntan a algo más grande". amor que Dios tiene por nosotros. Cada pre- sente es una premonición del presente eterno que Jesús nos ofrece a través de la salvación. Ser invitado a una vida bendita con él es ser invitado a una mañana navideña eterna llena de regalos y amor que es más de que podemos imaginar. Al final, todas las decoraciones, las luces y los regalos apuntan a algo más grande. Son símbo- los que nos llevan de vuelta al pesebre, de vuelta a esa noche de paz cuando la esperanza nació en el mundo. Esta Navidad, permitámonos ser como niños de nuevo – llenos de asombro, de corazón abierto y listos para recibir el amor que Dios tan libremente nos ofrece. Cuando asista- mos a la Misa de Navidad este año, recordemos: la Misa es un requisito previo para los regalos de Navidad, así como Jesús es un requisito previo para la salvación. La Misa no es solo un ritual o una obligación; es una celebración del mayor regalo que jamás hayamos recibido. Es una oportunidad para alejarnos del bullicio y volver a enfocar nuestros corazones en lo que verdade- ramente importa: la cercanía y el amor de Dios. Después de todo, la presencia de Jesús es, sin duda, el mejor regalo que podríamos recibir.

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