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2024_EPC_Agosto-Septiembre

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21 EL PUEBLO CATÓLICO | AGOSTO-SEPTIEMBRE 2024 1 Empecé a pensar en el sacerdocio cuando estaba en la escuela, pero lo dejé porque, en ese momento, la Misa era completamente en latín y básicamente fracasé en el entre- namiento de monaguillos porque me costaba aprender latín. Pero luego, en mi último año de escuela, la parroquia invitaba a sacerdotes misioneros a las aulas, y me enamoré de la idea de convertirme en misio- nero. Estoy seguro de que tenía más que ver con la aventura por todo el mundo que con la evan- gelización, pero estaba obsesionado. Soy el mayor de siete hijos, y solicité ir al seminario de los padres columbanos en Nueva York. Sin embargo, mi madre dijo con firmeza que no podía viajar al otro lado del país a los 13 años para ir a la escuela en Nueva York. Así que la idea de convertirme en sacerdote quedó en segundo plano. Luego, fui a la universidad Wes- tern State durante un año, y allí conocí a un joven sacerdote. Nunca había conocido a alguien joven que hubiera sido orde- nado, y él tuvo influencia en mí. En ese momento, se estaban lle- vando a cabo todas las protes- tas contra la guerra en Vietnam, y tuve el deseo de servir de alguna manera. Decidí aplicar al seminario e ingresé al seminario St. Thomas en Denver en 1967. 2 Ha tenido sus altibajos, como cualquier persona en una vida vocacional bien lo sabe; El Señor ha estado purifi- cándome lentamente, capa por capa. Me involucré mucho en Encuentro Matrimonial durante unos 11 años, lo cual fue un punto de inflexión en mi vida. Pero también ha habido decepciones y baches en el camino, momen- tos en que las cosas no salieron como yo quería o personas que se alejaron de la Iglesia. Una experiencia clave en mi vida también fue cuando fui a Colombia a servir después de haber sido ordenado durante unos 15 años. En ese momento, la arquidiócesis tenía una coo- peración misionera con Monte- ría, Colombia, así que enviaron sacerdotes, laicos y religiosos a trabajar en parroquias allí. Fui párroco de una iglesia mientras luchaba con el español y trataba de sobrevivir. Estuve allí durante siete años y no lo cambiaría por nada. La gente allí sufrió terriblemente, pero fueron resilientes y me enseñaron mucho. Si tuviera que señalar un punto central de mi ministerio, es la santidad de la gente y su hambre de conocer a Dios. 3 En primer lugar, no la ignores. No finjas que des- aparecerá, porque no lo hará. El mundo fue diferente des- pués de haber sido ordenado. Vivimos en un mundo donde la tecnología puede ser de gran ayuda, pero puede darnos la ilusión de que no necesitamos a Dios. Cuando eres sacerdote o religioso, la gente te invita a las partes más profundas de sus vidas. Te permiten ver las heri- das y alegrías de su vida, algo que no se puede hacer en otras vocaciones. Mons. Bernie Schmitz 21 EL PUEBLO CATÓLICO | AGOSTO-SEPTIEMBRE 2024

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