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19 EL PUEBLO CATÓLICO | ABRIL-MAYO 2024 POR EL DR. R. JARED STAUDT Director de contenido de Exodus Este artículo ha sido traducido y adaptado del original en inglés por el equipo de El Pueblo Católico. "D estruyan este templo, y yo lo reconstruiré en tres días". Esta misteriosa declaración fue una de las razones que condujo a la muerte de Cristo, pues surgió como uno de los testimonios conflictivos que se presentaron en su contra durante el juicio ante el Sanedrín. El Sanedrín consideraba a Jesús una amenaza para el ambiente religioso del momento. Los evangelistas dejan claro que Jesús se refería al templo de su cuerpo, pero aun así las autoridades lo entendieron correctamente: como una profecía de que un nuevo Templo derrocaría al antiguo. Jesús trajo algo nuevo, algo que reem- plazaría la antigua forma de hacer las cosas, no solo en el judaísmo, sino en toda la historia de la religión. Tendemos a pensar que "religión" es una mala palabra. Incluso podríamos pensar: "¿Acaso no se deshizo Jesús de la religión?". Si fuera así, entonces ¿qué ocuparía su lugar? A menudo oímos a per- sonas decir: "Soy espiritual pero no religioso". De esta manera, en lugar de confiar en otras personas y en tantas reglas, parece mejor encontrar nuestro propio camino hacia Dios. Sin embargo, la ironía es que se podría decir que "encontrar nuestro propio camino" hacia Dios podría considerarse la definición misma de la religión. E L S E R H U M A N O E S U N S E R R E L I G I O S O Los seres humanos somos seres religiosos. A lo largo de la historia, siempre hemos reco- nocido un orden dentro de nosotros que nos impulsa hacia algo que sobrepasa lo físico. Es cierto que este sentido trascendente a menudo no dejaba de ser una idea vaga, pero aun así inspiraba a una búsqueda de sentido: ¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos, ¿cómo se vive una buena vida? De esta manera, implicaba un intento de superar la oscuridad de la vida humana. Ante la realidad del sufrimiento y la muerte, los humanos siempre han iniciado rituales religiosos para expiar los pecados, obtener favores divinos y establecer un camino hacia la vida eterna. No obstante, desde este punto de vista, la historia de la religión sigue siendo trágica. La contemplación humana puede llegar a conocer con certeza que Dios existe, pero no puede conocerlo bien ni establecer una relación directa con él. Ningún sacrificio de cualquier bien terrenal puede expiar el pecado. No existe puente humano que nos pueda llevar al cielo. En última estancia, nuestra naturaleza religiosa se encuentra en un callejón sin salida. Esta rea- lidad incluso se manifiesta en la búsqueda espiritual sin rumbo del hombre moderno. Dado que muchos siguen sin conocer a Dios, la búsqueda se centra en gran medida en uno mismo: en los propios pensamientos, deseos y aspiraciones. ⊲ 19 EL PUEBLO CATÓLICO | ABRIL-MAYO 2024 No podemos ser "espirituales pero no religiosos" Cómo la resurrección cambió el concepto de "religión"