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Testimonio alegre y contracultural E n Hechos 5, los apóstoles son encarcelados después de haber evangelizado con fervor por un tiempo. Los creyentes van aumentando. Los apóstoles obran milagros y sanaciones. Desafortunadamente, los saduceos, llenos de ira, encarcelan a los apóstoles. Por la mañana, al descubrir que los apóstoles están de manera inexplicable de regreso en el Templo predicando (un ángel del Señor los había liberado milagrosamente por la noche), los apóstoles son nuevamente arrestados y se les ordena no predicar de Cristo. Pedro responde que deben obedecer a Dios, no a los hombres, por lo que están obligados a predicar sobre Jesucristo. El Sanedrín finalmente libera a los apóstoles después de golpearlos y exigirles no hablar más en el nombre de Jesús, lo que hace que los apóstoles se regocijen por haber sufrido por Cristo. Imagínate oponerse a los malvados desig- nios de quienes te rodean; ser golpeado, pero regocijarse. ¿Podría haber un mayor ejemplo del testimonio alegre y contracultural? Cristo le ha dado otro sentido al sufrimiento, ya que es compartir la vida misma de nuestro Señor, el mismo "siervo sufriente". Después de eso, los apóstoles se hacen presentes en el Templo todos los días, predicando a Jesús sin cesar. No se dejan vencer por la cultura que los rodea, sino que dan testimonio con alegría en medio de ella. Conviccion del poder y la primacia del Evangelio E l Evangelio no es solo un mensaje. Es una persona: Dios Hijo, segunda persona de la Santísima Trinidad hecha hombre en la encarnación. Esta es la "buena noticia": Dios se ha hecho hombre para habitar entre nosotros. Y este Dios-hombre tiene un nombre: Jesucristo. ¡Un nombre en el que los apóstoles están convencidos que todo se puede realizar! La primera curación de Pedro ocurre cuando él y Juan van al templo y encuentran a un hombre cojo de nacimiento, que diariamente se acuesta a la puerta del templo para pedir limosna. Pedro y Juan le dicen que los mire. El hombre lo hace, esperando que le den algo, pero Pedro le dice: "No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda". Entonces Pedro lo toma de la mano, lo levanta e inmediatamente puede caminar. Luego entra al Templo, caminando, saltando y alabando a Dios. Todos los presentes, reconocen al cojo que pide limosna y corren hacia Pedro, Juan y el hombre, asom- brados al verlo caminar (He 3, 1-11). Ésta es la primacía y el poder del Evangelio: ¡el nombre de Jesús! Jesús significa «Dios salva». Solo que este no es un nombre meramente simbólico ,sino Dios mismo: Jesús es el Dios que salva. Es más que un nombre; es la salvación misma. Por tanto, el nombre de Jesús pudo sanar a este hombre. Y no solamente puede sanar la cojera del cuerpo, sino que nos sana de la "cojera" del alma, de nuestro pecado. Por eso hacemos todas las cosas en el nombre de Jesús. Cuando leemos sobre los inicios del cristianismo, es sorprendente pensar en un grupo de pescadores, en su mayoría analfabetos, cambiando el mundo. Sin embargo, ese es el poder de la "mentalidad apostólica". Si abrazára- mos nuestra fe como lo hicieron los apóstoles... ¡podría- mos ver una transformación milagrosa similar de la cul- tura que nos rodea! 8 ABRIL-MAYO 2024 | EL PUEBLO CATÓLICO