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10 FEBRERO-MARZO 2024 | EL PUEBLO CATÓLICO 10 Por último, el vínculo sacramental es un bien que solo pertenece al matrimonio cristiano. ¿Qué significa esto? La Iglesia no ignora, por supuesto, que hay personas que se casan, tienen hijos y permanecen fieles, aunque no sean cristianas y no se casen por la Iglesia. A este tipo de matri- monio fuera de la Iglesia lo llamamos "matrimonio natu- ral", una institución también concebida y fundada por Dios en el jardín del Edén. Sin embargo, mediante el matrimonio de Cristo con la Iglesia en la cruz, el Señor elevó el matri- monio natural a algo sobrenatural: el matrimonio cristiano. Cuando una pareja se casa en la Iglesia, los esposos reciben ciertas gracias de Dios para ser imagen del amor de Cristo en el mundo y cumplir con su misión de esposos. Dado lo difícil que es el matrimonio hoy en día, podemos apreciar que Dios desea ayudarnos a permanecer fieles, a criar hijos y todo lo demás. Pero incluso más allá de esta ayuda, el vínculo sacra- mental —la conexión invisible y espiritual que adquieren un hombre y una mujer casados por la Iglesia— transfigura la vida matrimonial en una nueva realidad. Al igual que cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la consa- gración en la Misa y el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, también cuando un hombre y una mujer profesan sus votos ante el altar, se produce una verdadera transformación en su vida. Su relación ya no consiste solo de bienes humanos, como el afecto y el cui- dado (aunque estos son buenos), sino que es también una relación que muestra en el mundo la belleza sobrenatural del matrimonio de Cristo con la Iglesia. Al igual que Cristo entregó su vida por nosotros, los matrimonios entregan su vida el uno por el otro y, al hacerlo, se convierten en fuente de gracia para el mundo y contribuyen a su santificación (a que sea más santo, a que sea un lugar mejor). Al casarse por la Iglesia, el matrimonio recibe la fuerza del Espíritu Santo y se convierte en un pode- roso signo del amor de Dios en el mundo. ¡Qué bendición! Vínculo sacramental FEBRERO-MARZO 2024 | EL PUEBLO CATÓLICO

