Solo la Eucaristía puede saciar
J
esús nació para alimentarte. Vino a
encontrarte en tu exilio, trayendo
a la luz tus deseos más profundos
y elevándolos más allá de lo que podías
imaginar. Cuando nos acercamos al
pesebre, caminando con los pastores y
los Reyes Magos, podemos encontrar
de nuevo a Cristo cuando nos descubre
su carne. La realidad de la encarnación
—su venida al mundo— continúa en la
Misa. El pesebre no está vacío cuando
nos acercamos a él, porque la Navidad
no apunta a un recuerdo lejano, sino
que nos ofrece una realidad viva en
la Eucaristía. Podemos alegrarnos de
verdad con todos los que encontraron
a Cristo antes que nosotros, porque
también nosotros encontramos lo
que necesitamos para saciar nuestra
hambre.
La Navidad nos puede ayudar a
acercarnos a la carne de Cristo en la
Eucaristía con renovado asombro y
alegría. Así como Jesús se despojó a sí
mismo al hacerse un niño, lo mismo
hace en cada Misa, donde viene a
darnos su carne y a saciar el hambre
más profunda de nuestra alma. Sigue
despojándose bajo la apariencia del
pan, haciéndose vulnerable y tan
fácil de pasar por alto. Debemos tener
hambre de él con fe para reconocerlo.
La Navidad nos
puede ayudar a
acercarnos a la
carne de Cristo
en la Eucaristía
con renovado
asombro y
alegría".
E L P U E B L O C A T Ó L I C O | 7