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ADVIENTO Y CUARESMA q ue el Adviento sea un tiempo de penitencia no quiere decir que es idéntico a la Cuaresma, aunque sí tienen aspectos en común. Vemos, por ejemplo, que en ambos tiempos se utiliza el color morado en la liturgia, lo que indica un tiempo de pre- paración, penitencia, austeridad y espera. En la Cuaresma nos preparamos para el Triduo Pascual y el Domingo de Pascua, el día más importante de todo el año. Por ello, las prácticas de la Cuaresma giran más en torno a la pasión y muerte de nuestro Señor. Las prácticas de Adviento llevan un tono distinto: son una anticipación gozosa de la venida de Cristo en Navidad. Aún así, esto no significa que el Adviento en sí sea ya una celebración. Sigue siendo un tiempo de preparación. Y aunque podemos participar en las posadas como una espera gozosa de Cristo, la Iglesia aún nos invita a prepararnos. La pregunta es prepararnos para qué y cómo. ¿ PARA QUÉ NOS PREPARAMOS? E n el Adviento nos preparamos para la venida de Jesús. "Adviento" significa "venida", pero la palabra "venida" hace referencia a más de una realidad. Por un lado, se refiere a la venida de Jesús hace 2000 años. En este tiempo recordamos que el Dios todopoderoso se hizo hombre para venir a salvarnos, para abrir las puertas del cielo que estaban cerradas a causa del pecado de nuestros primeros padres. Recordamos que aún actúa en el mundo y en nuestra vida, que la verdadera vida, salvación y felicidad solo se encuentran en él. Pero esto no lo es todo. En este tiempo también nos preparamos para la venida de Cristo al final de los tiempos. Jesús vendrá en toda su gloria como rey. ¿Estaremos preparados para ese día? ¿Podremos estar en su presencia? ¿Nos avergonzaremos por la vida que vivimos o con humildad y honestidad podremos decirle: "Señor, todo lo que tengo es tuyo"? ¿Vivimos una vida egoísta y centrada en nosotros mismos o lo imitamos y nos entregamos con amor en servicio a los demás? ¿Cómo podemos preparamos para ese momento si no es a través de una verdadera conversión de vida? Por último, nos preparamos para recibirlo de nuevo en el corazón, para dirigir todas nuestras acciones y nuestros pensamientos hacia él. Lo buscamos sobre todo en la Eucaristía, pues es esa la manera en que quiso quedarse con nosotros hasta su segunda venida. VIVIR EL ADVIENTO 12 | D I C I E M B R E 2 0 2 3 - E N E R O 2 0 2 4