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UN DIOS QUE TE ESPERA Asistir a Misa es lo más importante que hacemos cada semana. En la Misa, es decir, la gran fiesta de las bodas del cordero, el novio espera la llegada de su esposa para ofrecerle un don incomprensible, todo su ser: cuerpo, sangre, alma y divinidad. Si comprendiéramos realmente de qué se trata, ¿cómo podría alguien siquiera plantearse rechazar esta invitación? Tenemos que saber que Jesús nos aprecia a cada uno de nosotros como esa novia invitada. Dios no ve a su Iglesia como un conjunto anónimo, porque la Iglesia es su propio cuerpo, compuesto místicamente por todos los bautizados. Cada domingo te espera, porque sabe qué regalo quiere darte. Sabe exactamente lo que necesitas, lo que llevarás a Misa: todas las cargas, miedos, expectativas y esperanzas. Él tiene una respuesta para cada una de ellas y desea hablar de ellas con nosotros, no solo como un espectador, sino desde dentro. CENTRO DE NUESTRA VIDA Cada Misa ofrece una invitación a encontrar en Jesús lo que más importa, lo que da sentido a todo lo demás. Al entrar en la iglesia, dejamos a un lado las preocupaciones terrenales para unirnos a la adoración celestial de los querubines, no simplemente como una vía de escape, sino para recibir el impulso necesario para volver a entrar en el mundo llevando la presencia divina dentro de nosotros. Jesús nos convierte en su tabernáculo, y cuanto más nos cambie, más podrá cambiar el mundo a través de nosotros. Salir de Misa no debe poner fin a nuestra comunión con Jesús, sino más bien anclarla. La comunión proporciona un fundamento para toda la vida cristiana: guía todo lo que hacemos. Esto a su vez debería llevarnos a desear recibirlo de nuevo el próximo domingo como sustento de nuestra vida interior. En esta fuente y cumbre podemos encontrar un refrigerio constante para la vida cristiana. VIDA DE ORACIÓN Aunque la santa Misa es el punto culminante de la semana —y, de hecho, el medio principal por el que adora- mos a Jesús y nos encontramos con él—, nuestra comunión eucarística debe extenderse más allá de una sola hora el domingo. Jesús quiere que vivamos una vida eucarística, permaneciendo en su presencia a través de la oración. El papa Benedicto XVI, en su libro El espíritu de la liturgia (escrito antes de su elección papal), nos recuerda que "la comunión solo alcanza su verdadera LITURGIA Y VIDA 20 | A G O S T O - S E P T I E M B R E 2 0 2 3