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SEAMOS COMO NIÑOS A menudo subestimamos cuán poderoso puede ser el testimonio de un niño, sobre todo en asuntos de la fe. Es en la inocencia de un niño —la de mi hija y la de Carlo— donde se encuentra una fe pura. Y es precisamente con este tipo de fe inmaculada que Jesús nos llama a acercarnos a él en la Eucaristía; en cada Misa, sin duda, pero especialmente durante este Avivamiento Eucarístico. Se podría decir que Carlo tenía un don sobrenatural al tener una fe tan grande, pero la verdad es que era un niño normal como cualquier otro, propenso a las mismas tendencias que tiene cualquier niño. Lo mismo ocurre con mi hija. Pero por razones que son un misterio, tanto ella como Carlo ven algo en la Eucaristía que todos los fieles estamos llamados a ver, sin dudar de ello. "Si Jesús dice que está totalmente presente en la Eucaristía —dice la mente de un niño—, entonces lo está". No se preguntan si es cierto o no; en su asombro, simplemente creen. Por supuesto, como Carlo entendió muy bien, la Eucaristía es el medio principal por el que nos unimos a Cristo. "Carlo siempre decía que debemos 'eucaristizarnos', porque entonces nos contagiamos de Cristo", dijo Antonia sobre su hijo. "'Estar siempre unidos a Jesús: ese es mi programa de vida', solía decir". Los niños, en todo su asombro, a menudo son los mejores testigos de la Eucaristía y, de hecho, es probable que Dios lo haya querido así. Basta decir que aquellos de nosotros que somos mayores y más sabios y tratamos de explicar todo (como yo muchas veces lo hago) podemos aprender una o dos cosas del asombro de un niño al acercarnos a la Eucaristía. Que el Señor nos conceda la gracia de hacerlo durante este Año Parroquial del Avivamiento Eucarístico. E L P U E B L O C A T Ó L I C O | 15 Es verdaderamente maravilloso contemplar el asombro de un niño. Ver el mundo y todo lo que hay a través de los ojos de un niño significa ver el mundo con admiración".