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2022_EPC_Octubre-Noviembre

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E l criterio más importante que la Iglesia primitiva utilizó para distinguir los verdaderos Evangelios de los falsos consistía en determinar su origen apostó- lico: si el escritor era un apóstol o el discípulo de un apóstol. El criterio no solo se basaba en la ortodoxia —si los escritos estaban de acuerdo con el evangelio que habían predicado los apóstoles—. Esto se ve en el hecho de que existían varios escritos edificantes que nunca llegaron a formar parte del canon bíblico por no haber sido escrito por un apóstol o uno de sus discípulos. ¿Cómo sabemos entonces que Mateo, Marcos, Lucas y Juan son los cuatro Evan- gelios? Veamos primero la evidencia que tenemos de los padres apostólicos sobre los cuatro Evangelios. A P O S T O L I C I D A D SAN PAPÍAS (CA. 60-130 D. C.) Papías, obispo de Hie- rápolis, fue discípulo del apóstol san Juan y escribió una obra ahora perdida en torno al año 130. Solo nos quedan fragmentos gracias al historiador Eusebio del siglo IV, quien cita su obra para hablar de los Evangelios de Mateo y Marcos: "Sobre Mateo, [Papías] dice así: 'Mateo compuso su discurso en hebreo y cada cual lo fue tradu- ciendo como pudo. […] 'Marcos, que fue intér- prete de Pedro, escribió con exactitud todo lo que recordaba […] de modo que Marcos no se equi- vocó en absoluto cuando escribía'" (Historia eclesiás- tica, 39). FRAGMENTO MURATORIANO (CA. 170 D. C.) Contamos también con el fragmento muratoriano, que se ha fechado en torno al año 170. Lo que sobre- vive del fragmento nos habla de los otros dos Evange- lios: Lucas y Juan. "El tercer libro del Evangelio es según Lucas. Lucas, el afamado médico, lo compuso en su propio nombre, y según la creencia [general], cuando Pablo lo llevó consigo […]. Pero él nunca vio al Señor en la carne; por eso, según comprobó los eventos, comienza con la narración del nacimiento de Juan". "El cuarto de los Evangelios es el de Juan, [uno] de los discípulos. Juan dijo a los obispos y discípu- los que estaban con él, quienes le habían insistido que [pusiera todo por escrito]: 'Ayunen conmigo de hoy a tres días, y que se ponga en común lo que sea revelado a cada uno'. Esa misma noche se le reveló a Andrés, [uno] de los apóstoles, que Juan debía escri- bir todas las cosas bajo su propio nombre mientras que los demás revisarían el escrito" (Fragmento muratoriano). Naturalmente podemos concluir que los prime- ros dos Evangelios mencionados eran los de Mateo y Marcos, ya que esa es la Tradición que hemos recibido, tal como lo muestra san Ireneo unos años después. SAN IRENEO DE LYON (CA. 180 D. C.) En el año 180 d. C. san Ireneo menciona claramente los cuatro Evangelios y afirma que no puede haber "ni uno más, ni uno menos". San Ireneo escribe: "Mateo, (que pre- dicó) a los Hebreos en su propia lengua, tam- bién puso por escrito el Evangelio, cuando Pedro y Pablo evangelizaban y fundaban la Iglesia. Una vez que estos murieron, Marcos, discípulo e intér- prete de Pedro, también nos transmitió por escrito la predicación de Pedro. Igualmente, Lucas, segui- dor de Pablo, consignó en un libro 'el Evangelio que este predicaba'. Por fin Juan, el discípulo del Señor 'que se había recostado sobre su pecho' redactó el Evangelio cuando residía en Éfeso" (Contra las herejías, 3.1). Solo estos cuatro Evangelios, gracias a la Tradición, se considera- ron de autoría apostólica y enseñaban el verdadero Evangelio.

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