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San Ireneo de
Lyon (180 d. C.)
E
l tercer testigo de lo que fue la Iglesia primitiva
es san Ireneo de Lyon, quien se pronunció en
contra de las herejías que rechazaban la encarna-
ción y la Eucaristía. En sus escritos, el santo defiende
la fe y la Eucaristía remontando sus enseñanzas a
los apóstoles, diciendo que aquellos que creen lo
contrario obtuvieron sus creencias de otro lugar, no
de los Doce.
"Porque, así como el pan que brota de la tierra, una vez
que se pronuncia sobre él la invocación de Dios, ya no es pan
común, sino que es la Eucaristía compuesta de dos elemen-
tos, terreno y celestial, de modo semejante también nuestros
cuerpos, al participar de la Eucaristía, ya no son corrupti-
bles, sino que tienen la esperanza de resucitar para siempre"
(Contra las herejías, 4.8).
Estos tres ejemplos dan testimonio de que la Iglesia
primitiva no solo meditó de manera muy profunda
acerca de la Eucaristía, sino también que desde
entonces esta era esencial para la Iglesia y se consi-
deraba un tesoro recibido de los apóstoles, y no una
invención posterior.
… ya no es pan común"
MISA Y EUCARISTÍA
Foto de Daniel Petty