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32 | A B R I L - M A Y O 2 0 2 2 COLUMNA PROVIDA ¿Cuándo nos da Dios una misión? P O R M A R Í A E L I S A O L I V A S C o o r d i n a d o r a c o m u n i t a r i a d e C a r i d a d e s C a t ó l i c a s d e D e n v e r E n el transcurso de los últimos meses hemos ido discer- niendo a nivel diocesano la misión que Dios tiene para cada uno de nosotros en la Iglesia. Por ello, me gustaría reflexionar sobre nuestra misión como hijos de Dios. Hace algunos años, en nuestra diócesis se lanzó un pro- yecto llamando "Creados para más", frase que aludía a las palabras del papa Benedicto XVI: "El mundo te ofrece como- didad, pero no has sido creado para la comodidad, has sido creado para la grandeza". Esta grandeza consiste en alcanzar la plenitud en Dios mismo, la santidad. Pero podemos pre- guntarnos: ¿cuándo recibimos este llamado? Basándonos en la Biblia, podemos decir que cada uno de nosotros tiene un gran llamado o misión desde antes de estar en el vientre materno, desde antes de nacer, y lo podemos ver en Jeremías 1,5: "Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré y te des- tiné a ser profeta de las naciones". Es una cita bíblica que nos puede parecer familiar, pero ¿qué implicaciones tiene? Al final, nos dice que cada vida concebida en el vientre ya tiene una misión dada por Dios. Ya es una persona amada por él, sin importar si fue planificada por los padres o no. Podemos comprender la misión de un profeta en las pala- bras de Dios a Ezequiel: "Les comunicarás mis palabras, te escuchen o no, porque son rebeldes" (Ez 2,7). Este llamado de Dios adquiere un sentido único en nuestro tiempo y aún más en relación a la manera en que la sociedad valora la vida de los niños en el vientre. Todos somos profetas gracias al don de nuestro bautismo. Ejerzamos, pues, nuestra misión a la hora de defender a los bebés por nacer, que son amados por Dios y que también han recibido una misión. Defender la vida en cada una de sus etapas implica dar una voz a cada pequeño que es concebido y escuchar la voz de Dios en cada uno de ellos. Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía". J E R 1, 5 32 | A B R I L - M A Y O 2 0 2 2

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