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E L P U E B L O C A T Ó L I C O | 25 Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes." J N 15,11 Segundo paso: Ponte en medio del tráfico espiritual S i recibir la gracia de Dios es necesario para ser alegres, ¿cómo podemos recibirla? No es tan difícil. Si uno quiere que lo atropellen, la mejor manera de lograr su objetivo es pararse en medio de una carretera. Esto no garantiza que suceda, pero definitivamente aumenta las posibilidades. Algo parecido se puede decir de la vida espiritual. Si queremos recibir la gracia de Dios, debemos colocarnos en el camino de la gracia y pedirle que derrame sobre nosotros el don gratuito de su ayuda. La mejor manera de hacerlo es a través de la oración y los sacramentos. En la oración, presentamos a Dios nuestras necesidades y él nos guía. Por supuesto, él ya conoce nuestras necesidades, pero aún nos hace la misma pregunta que al ciego Bartimeo: "¿Qué quieres que haga por ti?" (Mc 10,51). Él quiere que expre- semos nuestras necesidades. Dios también desea darnos su gracia a través de los sacramentos. De alguna manera él se hace presente a través de ellos. Él quiere estar con nosotros, sea a través del sacerdote en el sacramento de la confesión o de manera más directa en la Eucaristía, que es su cuerpo y sangre bajo la apariencia de pan y vino. Él quiere tocar nuestra vida y nuestras relaciones. Cuando nos ponemos en su presencia a través de los sacramentos, él nos transforma. Así que, si te está costando ser un testigo alegre y contracultural con tu familia, amigos o compañeros de trabajo, no olvides pararte en el camino de la gracia de Dios. Él te encontrará ahí.