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2021_EPC_Diciembre-Enero

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Dejemos que el Niño Él tiene el poder para transformarnos P O R M O N S . J O R G E D E L O S S A N T O S P á r r o c o d e N u e s t r a S e ñ o r a M a d r e d e l a I g l e s i a e n C o m m e r c e C i t y, C O . COLUMNISTA INVITADO 2 | D I C I E M B R E 2 0 2 1 - E N E R O 2 0 2 2 DEL CONSUMISMO AL ENCUENTRO Debemos celebrar la Navidad como una vivencia espiritual que no es una festividad de tipo comercial consumista, no es una fiesta en el plano meramente humano y una mera experiencia sentimentalista. Debe ser una vivencia de un encuentro personal con aquel que, siendo Dios, ha querido asumir nuestra naturaleza humana. Navidad es la fiesta de la esperanza. Cuando hablamos de la esperanza, gene- ralmente nos referimos a lo que no está en nuestras manos y que no nos es visible, pero el nacimiento del Niño Jesús nos habla de una esperanza distinta, una esperanza segura, visible, que está fundada en Dios: él entra en el mundo, Dios está con nosotros en ese Niño Jesús que nace humildemente en Belén. PREPARAR EL CORAZÓN Prepararse para la Navidad es el mejor medio para una buena celebración. Lo pode- mos hacer con la oración, con la caridad, con el corazón abierto para dejarse encontrar por el Señor que todo lo renueva. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos para encontrar al Señor con el corazón, con la vida; encontrarlo vivo, como él es, encontrarlo en la fe. Encontrarlo a él no es otra cosa que permitir y poner los medios para que el Señor sea quien nos encuentre a nosotros. Cuando nos dejamos encontrar por Jesús, es él quien entra en nosotros, es él quien vuelve a hacer todo de nuevo: el cora- zón, el alma, la vida, la esperanza, el camino. Para ser renovados por este encuentro con el Dios hecho hombre necesitamos un corazón abierto para que me diga aquello que él quiere decirme. Él me dirá lo que tiene y quiere para mí. Dejarse encontrar por el Señor es dejarse amar por él. H oy quisiera reflexionar sobre el momento en el cual, por así decirlo, la esperanza entró en el mundo; el momento en que el Verbo de Dios, que se encarnó en el seno vir- ginal de María, nació entre nosotros. La Navidad es un tiempo de amor, de paz y de felicidad que no tiene igual en todo el año. Su luz nos motiva y nos inspira a una vida nueva por la mística maravillosa del misterio que celebramos, el Dios con nosotros. [La Navidad hace] que mi interior, tan lleno de oscuridades, sea iluminado por la luz divina... Me hace experimentar la verdad y ser testimonio de ella. Me hace experimentar ya desde ahora la vida eterna y perseverar en el camino de regreso al Padre".

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