L
as palabras y acciones de un hombre en los últimos
momentos conscientes de su vida en este mundo,
siempre están cargadas de un profundo significado.
Los últimos días de la vida de Jesús de Nazaret, el Hijo de
Dios hecho hombre por nosotros y por nuestra salvación,
poseen también esa densidad especial. En la Última Cena
con sus discípulos, en lo que podríamos considerar una parte
de su testamento, Cristo nos dejó la Santa Misa. Desde ese
momento puede decirse que la Iglesia vive de la Eucaristía.
En este misterio de amor se cumple la promesa de Cristo
que da título a este artículo: "el pan que les daré es mi carne
entregada para la vida del mundo" (cf. Jn 6, 51).
En esta breve reflexión vamos a acercarnos a este misterio
para intentar comprender un poco mejor su significado, su
valor para nuestra vida de hijos de Dios, la manera en la que
estamos llamados a participar de él y la importancia de hacer
de este Santo Sacrificio la fuente, el centro y el culmen de
toda nuestra vida (cf. Concilio Vaticano II, Lumen Gentium,
n. 11).
El pan que les daré es
mi carne entregada
para la vida del mundo
P O R E L P A D R E I S R A E L P É R E Z L Ó P E Z
V i c a r i o p a r r o q u i a l e n S a n C a y e t a n o , D e n v e r
SIGNIFICADO DE LA EUCARISTÍA
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