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2021_EPC_Abril-Mayo

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OBEDIENCIA En realidad, hay un gran número de cosas que Jesús logró a través de la crucifixión y muchos aspectos increíblemente valiosos por explorar. Entre los más importantes está su obediencia. A Jesús no le extrañó que su vida y ministerio culminaran en una muerte tan cruel. A lo largo del Evangelio, Jesús predice su muerte: "Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que le matarían y que resucitaría al tercer día" (Mt 16,21). Jesús eligió viajar a Jerusalén aunque sabía que iba a morir, y lo hizo porque su Padre se lo pidió. Sin duda, fue difícil, pero él dice: "Ahora mi alma está turbada. ¿Diré a caso: Padre, líbrame de esta hora? ¡Si precisamente he llegado a esta hora para enfrentarme a todo esto!" (Jn 12,27). ELECCIÓN Jesús tenía la intención de morir. Recordemos que el Jesús que fue golpeado por los soldados romanos y clavado en una cruz es también el Jesús que regularmente escapaba de las multitudes enfurecidas milagrosamente; es el mismo Jesús que sanó a miles, resucitó a personas de entre los muertos y secó una higuera solo con decirle que muriera. Jesús nunca está indefenso o desamparado. Incluso en la cruz, él tiene el control. Las Escrituras nos hablan de la acti- tud de Jesús al acercarse a su pasión: "[Sabía] que el Padre había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía..." (Jn 13,3). Jesús se acercó a su Pasión y muerte sabiendo ple- namente que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos. En otras palabras, él tenía el control, y eligió libre- mente ser obediente al plan de su Padre. 12 | A B R I L - M A Y O 2 0 2 1 SIGNO DE VICTORIA MÁ S ALLÁ DEL SUFRIMIENTO FÍSICO Durante una reunión, un sacerdote preguntó, mirando atentamente el crucifijo en la pared: "Debemos tomar en cuenta la realidad. ¿Esa pared está sosteniendo el crucifijo o es el crucifijo el que está sosteniendo la pared?". Es una pregunta profunda que nos lleva a ver las cosas de otra manera y a preguntarnos seriamente: ¿Cambia la acción salvadora de Cristo mi forma de ver la realidad? ¿Qué significa el sacrificio de Jesús para mí? ¿Cómo debería responder? A veces cuando rezamos los misterios dolorosos del rosario o meditamos en la Pasión de Jesús, nos enfocamos en el inmenso dolor físico que tuvo que padecer por nosotros. Así intentamos aumentar nuestra gratitud por lo que hizo. Esto es algo bueno; sin embargo, si consideramos dicho acto de amor en su totalidad, más allá del sufrimiento físico, se abre un panorama aún más bello y asombro frente a nosotros. RECONCILIACIÓN ¿Por qué tenía que morir? Es una gran pregunta. Jesús, al hacerse hombre, se unió a todo ser humano (CIC 618). Es importante tener en cuenta que solo porque nació igual que nosotros, no significa que tenía que morir como el resto de nosotros. Esa fue la maldición de Adán, pero Jesús fue con- cebido por el Espíritu Santo y no estaba sujeto al pecado de Adán. Cuando Jesús se acerca a la cruz, toma el pecado de Adán y los pecados de todos nosotros sobre sí mismo. San Pablo escribe: "A Cristo, que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios con él" (2Cor 5,21). A través de la obediencia, el sufrimiento y la muerte, Jesús redime la desobediencia de Adán. La acción de Adán, que creó una separación dolorosa entre el hombre y Dios, ha sido anu- lada con la acción de Jesús, que reconcilió al hombre con Dios.

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