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2020_EPC_Agosto-Septiembre

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E L P U E B L O C A T Ó L I C O | 11 E l Credo es una proclamación de la fe que la Iglesia de los primeros siglos usaba como norma de la fe cristiana. Es un texto altamente bíblico, ya que resume la historia de la Sagrada Escritura. Esto no es algo nuevo: los judíos también tenían una espe- cie de credo que los diferenciaba de las creencias del mundo. Para ellos este era lo que se conoce como el "Shemá", en el que decían: "El Señor nuestro Dios es el único Dios" (Dt 6,4-5). Estas palabras eran sumamente importantes porque en ese tiempo la sociedad que los rodeaba creía en diversos dioses. Sin embargo, ellos con firmeza proclamaban que creían en un solo Dios y que este Dios era cercano. En nuestro tiempo reinan otras creencias, como el rela- tivismo: la opinión de que no existe una verdad moral o religiosa y tampoco el bien o el mal. En el Credo nosotros proclamamos lo contrario: que creemos en un Dios que creó el universo, que no somos un accidente de la casualidad, que Dios tiene un plan divino para nosotros, que en verdad existe el bien y el mal. El Credo nos recuerda que no somos especta- dores en el plan de salvación, sino que nos desafía a elegir en qué lado vamos a luchar. Así que cada domingo lo volvemos a proclamar con nueva convicción. De esta manera le decimos a Dios: "En ti confío. A ti entrego toda mi vida". Nos lleva a preguntarnos si en verdad Dios es el centro de nuestra vida, si en verdad confia- mos en él y le damos el lugar que merece. Entonces cuando el domingo digamos "Creo…", hagá- moslo entregando todo nuestro corazón al cuidado del Señor, quien es bueno y nos guía y fortalece en nuestro caminar. Homilía Homilía quiere decir "explicación" en griego. Desde tiempos muy anti- guos (ver p. 26) el sacerdote que presidía hacía una explicación de las lecturas que se acababan de leer. Esta práctica de leer las Escrituras y explicarlas era una costumbre que los judíos ya practicaban en las sinagogas; incluso Jesús llegó a hacerlo (Lc 4,16-30). Escuchemos con atención sobre cómo podemos aplicar estas lecturas a nuestra vida y cómo podemos avanzar en el camino de la santidad y la plenitud. P ara concluir la Liturgia de la Pala- bra se hace una oración de interce- sión por los fieles y todo el mundo. Es una parte muy antigua de la Liturgia (ver p. 26) y ya se hacía evidente en las cartas de san Pablo, quien pedía hacer oración por los reyes y gobernantes (1 Tim 2,1-4) y por su ministerio y necesidades (2 Cor 1,11). Igualmente, aquí hacemos presentes a las almas de los difuntos y nuestras intenciones personales. La profesión de fe: "Yo creo..." Oración de los fieles El Credo de los apóstoles Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

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