Issue link: https://elpueblocatolico.uberflip.com/i/1079436
10 FEBRERO 2019 | EL PUEBLO CATÓLICO P at creció con una profunda pasión por su fe. "Sabía todas las respuestas de los monaguillos en latín. Hasta sabía lo que signifi caban". Esta fe enraizada ha llevado a Pat por un camino extraordinario de fortaleza y perdón. Quiso permanecer en la Igle- sia toda su vida -a pesar del abuso que sufrió cuando tenía solo cinco años de manos de un sacerdote. RECORDANDO Pat habló sobre el abuso en el 2002. Le tomó muchos años, no porque dudara hablar de lo que había pasado, sino porque no lo recordaba. "Se me dio el don de reprimir los recuerdos del abuso", dijo Pat. "No tuve [recuerdos] de lo que había pasado hasta cuando tenía 48 años". Los psicólogos dicen que los recuer- dos reprimidos son bloqueados incons- cientemente por la mente porque están conectados a un trauma. Aunque Pat no pudo recordar la experiencia por décadas, su impacto se mantuvo. Ella ha lidiado con depresión clínica toda su vida, y, a partir del 2001, la depresión se empeoró por alguna razón que ella no podía encontrar. Al año siguiente, el escándalo de abuso estalló en la Iglesia Católica y Pat se dio cuenta de lo que le había pasado. Mientras estaba en misa en la parro- quia´Spirit of Christ´en Arvada, Pat escu- chó que monseñor Robert Kinkel, el párroco en aquel tiempo, leyó una carta del entonces arzobispo de Denver mon- señor Charles Chaput (hoy arzobispo de Filadelfi a) referente al escándalo. "Hubo un sentimiento que me inva- dió y dije, 'está bien'", recordó Pat. "Dos o tres meses después de eso fue cuando mis memorias comenzaron a regresar". Pat fue abusada durante tres meses en San José, California por el párroco de la iglesia a la que asistía la familia. En cuanto las memorias comenzaron a inundarla, decidió llamar a´ Spirit of Christ‹y, en 30 minutos, se encontraba en la ofi cina del Párroco, monseñor Kinkel contándole su historia. "Estaba escuchando mi historia y siendo testigo del dolor en el que me encontraba, las lágrimas, los sollozos", dijo. Pat ha sido amiga de este sacerdóte por años y se sintió cómoda contán- dole. "Hubo una sensación de alivio por poder contar lo que me había pasado a los niveles apropiados de nuestra Igle- sia", compartió Pat. "El padre Robert jugó un papel integral en mi proceso de sanación. Él tomó mi enojo y mi veneno. Era libre de gritar de maldecir al hombre que me hizo eso. Me confesé una y otra vez, tratando de lidiar con la rabia asesina que tenía dentro de mí". La doctora Christina Lynch, direc- tora de servicios psicológicos del semi- nario teológico´ Saint´ John Vianney, explicó la importancia de abrirse a hablar de estos nechos. "Todos necesi- tamos hablar de las experiencias trau- máticas en lugar de enterrarlas donde continuarán viviendo, infectándose y manifestándose de maneras destruc- tivas", dijo. "Los recuerdos tóxicos necesitan ser integrados en el tejido de nuestra vida". Debido a que su abuso ocurrió en California, Pat no estaba segura de lo que la Arquidiócesis de Denver pudiera hacer al respecto. Pero monseñor Kinkel la envió a hablar con monseñor Thomas Fryar, quien estaba a cargo en ese entonces de las acusaciones de abuso. Pat ten- dría que compartir su testimonio con él, antes de que el caso pudiera ser tras- ladado a San José. "Estaba aterrorizada", dijo. "Pero el Espíritu Santo estuvo conmigo y me permitió tener el valor [de hablar]. Me seguí fortaleciendo para contar mi verdad". Monseñor Fryar no solo escu- chó, también actuó. "Lo que Denver hizo al respecto fue facilitarme a llevar mi historia a San José, donde aún vivía ese sacerdote, en ese tiempo", dijo, "y a abrir una inves- tigación policial, así como a obtener ayuda por el tremendo costo de aten- ción para mí". Pat agradeció la ayuda de monseñor Fryar. Testimonio POR MOIRA CULLINGS moira.cullings@archden.org Perdonó al sacerdote que abusó de ella en su infancia FOTO DE ANDREW WRIGHT